El amarillismo tergiversó el premio Nobel de Economía del 2021. El ganador del Nobel logra probar la eficacia de un nuevo mecanismo para realizar estudios poblacionales donde muestra que el salario mínimo no influyó en los niveles de inflación de dos ciudades en los Estados Unidos. A esto, el panorama internacional (noticieros) generaliza los resultados y piensa que esto aplica para todas las economías. Desde ahí los sindicatos de varios países subdesarrollados comienzan a pedir un aumento del salario mínimo post crisis económica porque “hay inflación”. ¿Cuál sería la consecuencia? Doble inflación en bandeja de plata.
Veamos algunos principios de economía básica; para que con los aumentos del salario mínimo no se haya visto afectada la inflación objetivo, (en Panamá no hay políticas monetarias para influenciar en la tasa de interés, así que esto no existe), se requiere un aumento de la productividad que permita a las empresas mantener sus márgenes de ganancia sin elevar el nivel de los precios de sus productos. Es decir, las empresas podrán pagarles más a sus trabajadores sin necesidad de aumentar el precio, porque al estar aumentando constantemente su productividad, principalmente gracias a la innovación, sus costos disminuyen en otras áreas fuera de los costos por mano de obra.
En Estados Unidos es fácil pensar que esto es posible. ¿Y en Panamá? El chiste se cuenta solo. El nuestro es un país que responde al aumento de las brechas de productividad en los países desarrollados con más blindajes para los profesionales nacionales, con intentos de disminuir las puntuaciones mínimas para entrar en las carreras universitarias, (el futuro de nuestra calidad y productividad profesional), y con aumentos explosivos en las tarifas de residencia de los extranjeros, entre otras medidas proteccionistas, solo para hacerle más fácil al panameño quedarse en su zona de confort.
Un incremento del salario mínimo conlleva a aumentar al ya duramente golpeado sector privado sus costos fijos, sin que estos hayan tenido espacio para mejorar su productividad. Esta medida llevaría a que las empresas tuvieran que reducir su personal para disminuir sus costos y a aumentar sus precios para mantener márgenes de ganancias sostenibles en el tiempo. Sí, se darían ambas estrategias porque solo una medida no sería suficiente. Luego de esto lo que viene bajando es una estanflación: aumenta el desempleo y aumenta la inflación. Esto contradeciría, no por primera vez, la curva de Philips, que dice lo contrario (a mayor desempleo menor inflación),y la recuperación económica de la crisis en este escenario se vuelve más distante.
Lo que Panamá necesita son profesionales que hagan bien su trabajo e instituciones fuertes que sepan defender el bienestar físico y mental del trabajador. Con estos dos mecanismos el poder de negociación de los profesionales aumentaría, lo que les permitiría sentar verdaderas bases para exigir mejores salarios.
El verdadero problema no son las empresas, que son constantemente atacadas, a veces con propiedad, a veces no. El problema yace en las instituciones panameñas que necesitan ser suficientemente fuertes para proteger el bienestar del trabajador, pero que al mismo tiempo no apoyen anti profesionalismos a la hora de ejercer el trabajo en Panamá.
El autor es coordinador académico de la Fundación Libertad y economista
