Apresados en Panamá los militares colombianos Juan B. Tovar y Ramón G. Amaya, responsables del Batallón Tiradores en Colón, quedó al mando de las tropas el coronel Eliseo Torres. El día 3 de noviembre de 1903 se dan en la capital los acontecimientos independentistas. En Colón, a pesar de esto, se mantuvieron las fuerzas colombianas, siendo así el único territorio del país ocupado y además en peligro.
En un ensayo nuestro, titulado: 5 de Noviembre: Auténtico Valor Separatista, dijimos que: “… la ‘revolución’ que se gestó primero, y que abortó después, no pudo consumarse sin los actos del 5 de noviembre”. Y, preguntamos: ¿Qué hubiera ocurrido si las acciones que se dieron en Colón fuesen contrarias al espíritu de la revolución? ¿Qué hubiese ocurrido si los aliados en Colón hubieran traicionado la causa?
Don Ernesto J. Castillero sostiene que “Un descuido por leve que fuere, de parte de los conspiradores, podía hacer fracasar los patrióticos propósitos de los panameños y acarrear hasta la muerte como traidores a los próceres de la capital”.
Ahora bien, ¿Cómo se incorporó Colón a la lucha de secesión del 3 de noviembre? ¿Cuál fue la conducta asumida por los colonenses? ¿Por qué los acontecimientos finales se dieron en Colón y no en otro lugar del país?
Colón se constituyó en un punto interesante para el proyecto separatista. Por ello, José A. Arango invita a la causa a Porfirio Meléndez, amigo íntimo suyo y quien residía en Colón. Este forma la junta revolucionaria colonense, asume la dirección e integra a ella a los señores Orondaste L. Martínez, Carlos Clement y Juan Antonio Henríquez.
Además se incorporan José Lefevre, Rafael Neira, Luis Estenoz, Generoso de Obaldía, Pedro Barreto, Antonio Grimaldo, Héctor Váldes, el general Alejandro Ortiz, Erasmo Méndez, Serafín Achurra, Eusebio A. Morales, Alejandro Cervera y otros. Así, mientras la situación a nivel nacional se distensionaba, en Colón fue lo contrario, ya que el coronel Eliseo Torres acampado con sus tropas y retenido por el surperintendente de la Compañía del Ferrocarril, J. Shaler, se negaba a rendirse, y ante la solicitud hecha por los dirigentes colonenses en ese sentido su respuesta fue contundente: ultimátum de dos horas de plazo para poner en libertad a los generales Tovar y Amaya, amenaza de ataque a las fuerzas norteamericanas que cuidaban los depósitos y la estación del ferrocarril, fusilamiento de norteamericanos, y asalto a los trenes para trasladarse a Panamá.
A pesar de todo esto, con barcos de guerra de Estados Unidos, anclados frente a Colón, y también los de Colombia, El Cartagena y el Alejandro Bixio, los dirigentes colonenses se movieron, arriesgando todo para contribuir con la causa.
El día 5 de noviembre, con la llegada al puerto de Colón del general colombiano Pompilio Gutiérrez, y la intervención decidida y conciliadora de Orondaste L. Martínez y Alejandro Ortiz, el coronel E. Torres se convenció de lo inútil de su aspiración y aceptando la suma de 8 mil dólares, abandona, a las 7:30 p.m del 5 de noviembre de 1903, en el vapor Orinoco, el territorio istmeño. Así termina lo odisea y se libera totalmente el territorio nacional.