Entre risas, lágrimas, escalofríos y caras de impresión, se presentó, en el Teatro Nacional, la obra Detrás del Muro. La actuación de la obra estuvo a cargo de las internas del Centro Femenino de Rehabilitación quienes, además de actuar, cantaron y bailaron como profesionales.
Considero importante resaltar esta iniciativa por diferentes razones: la obra refleja el sentir de cientos de mujeres quienes, al momento de perder su libertad para cumplir la sanción que la sociedad le impone, se dan cuenta que la acción que realizaron, voluntariamente, por complicidad o porque han sido coaccionadas, pierde todo el sentido desde que dejan de ser dueñas de su tiempo y de su espacio. Además, con sus testimonios, denuncian las carencias y las dificultades que tiene el sistema judicial y los centros penales, tales como: el tipo de comida que se les ofrece, a las cuales han bautizado con nombres jocosos como "arroz con búscalo"; el hacinamiento y las condiciones físicas de los hogares; la escasez de medios de transporte para poder ir a las diligencias judiciales, la inasistencia de los distintos funcionarios a las audiencias, situaciones éstas que las internas deben pagar con más tiempo de incertidumbre en espera de la declaración de su inocencia o de su condena; las incomodidades que deben pasar los familiares de las internas a la hora de la visita, aunado a su sentir al tener que despedirse de sus seres queridos; y, hasta la escasez de tinta para un fax, la cual se termina justo cuando esperan recibir la orden que les concede la libertad.
Pienso que este tipo de actividades estimula a las internas a mantener un comportamiento correcto para así poder participar en ellas, ya que como dijo uno de los organizadores, todas querían participar.
Aunado a esto, representa una oportunidad real de reflexión de su propia realidad y educa, tanto a ellas mediante su participación en la obra y a los espectadores, previniendo la comisión de delitos mediante el mensaje del valor y el significado que tiene la libertad. Por último, la obra transmite el deseo de las privadas de libertad, de que una vez cumplan su sanción puedan ser aceptadas e integradas a una vida en sociedad.
