Panamá no puede diferir por más tiempo el problema de su deuda externa. Desde hace ya muchos años manifestamos sobre el tema que "Las crecientes limitaciones que el fisco panameño confronta para el abono a capital e intereses, no es responsabilidad exclusiva ni imprevisión privativa de los gobiernos panameños. Es reponsabilidad e imprevisión igualmente de los propios prestamistas, quienes maliciosa, negligente o imprudentemente, pusieron dinero en manos conocidamente pródigas e irresponsables". (La Prensa, 14 de enero de 1984).
Dos años después, el célebre economista John Kenneth Galbraith manifestó, en referencia a los préstamos otorgados a los países en desarrollo, que "bancos poco sensatos, hicieron préstamos poco sensatos, a gobiernos poco sensatos", concluyendo que tales bancos "tendrán que estirar los plazos, reducir las tasas de interés y, en algunos casos, perdonar". (La Prensa, 10 de marzo de 1986).
En conferencia dictada a los clubes cívicos el 28 de noviembre de 1987, comentando la posición jurídica y moral de los prestamistas, señalamos que "las fuentes financieras internacionales, tan tiernas y amorosas con las dictaduras, se niegan a compartir la responsabilidad que supone la injustificada prodigalidad y consiguiente irresponsabilidad con que actuaron".
Dentro de la realidad confrontada, afortunadamente para el país el problema de la deuda externa de Panamá es también del propio interés nacional de Estados Unidos de América, primer usuario de la vía canalera. Desde luego, el problema de la deuda externa panameña también es del interés nacional de los demás países que representan los más importantes usuarios del Canal. ¿Por qué afirmamos que la deuda externa de Panamá no sólo es del interés nacional de Panamá, sino también del interés nacional de Estados Unidos de América? Sencillamente porque como primer usuario del Canal y por conocidas razones geopolíticas, es del interés nacional de Estados Unidos que el Canal de Panamá preste un servicio ininterrumpido, pacífico, seguro y eficiente. Este interés nacional de Estados Unidos de América quedó, incluso, consignado en los propios Tratados Torrijos-Carter.
Considero que el presidente Martín Torrijos tiene una gran oportunidad para demandar la condonación de la deuda externa que pesa sobre Panamá cuando reciba próximamente la visita del presidente Bush. Recuérdese que ningún gobierno panameño, ni ninguna potencia extranjera, por grande que ésta sea, puede asegurar tan importante servicio público internacional, si el explosivo malestar social que vive Panamá no se frena rápidamente. Siendo el Canal de Panamá, como lo hemos repetido, un canal urbano, el Canal es muy vulnerable ante un pueblo acosado por el desempleo, la desnutrición y la pobreza. Y, qué duda cabe, desatada una explosión social, el Canal quedará en medio de tal explosión y nada entonces podrá garantizar el tránsito pacífico, seguro e ininterrumpido del Canal.
De otro lado, el Canal, cuyo servicio no puede ser prestado sin agua, puede ver afectado el sensitivo servicio público internacional que presta, a causa del proceso de deforestación que vive el país y que terminará afectando las cuencas hidrográficas que nutren la vía interoceánica, a consecuencia de la pobreza que empuja al hombre a la deforestación. Y, obviamente, con la carga fiscal que supone para Panamá "préstamos poco sensatos, hechos a gobiernos poco sensatos", como fueron los interesados e irresponsables préstamos hechos a la dictadura populista y manirrota que tuvimos, el país no podrá frenar su pobreza si no se sacude de la pesada deuda externa que gravita sobre él. Y con esa onerosa carga de la deuda externa, tan grande e ilegítima como insostenible, Panamá continuará careciendo, evidentemente, de los recursos necesarios para frenar otras de las grandes amenazas al Canal: la deforestación.
¡Su oportunidad, señor Presidente!
El autor es abogado