¿Que se ve viejo y enfermo? Pues, qué otra cosa podríamos esperar de un anciano de 81 años sobreviviente a temerarios quebrantos de salud. Me parece que pensar así es evaluar la cosa fuera del contexto real. Un contexto, dicho sea de paso, inevitablemente retroactivo. Porque si bien el general ahora se arrepiente, todavía muchos sufren sus secuelas.
Por otro lado, habría que evaluar si su arrepentimiento se mantiene quitándole años de encima, poniéndole un machete en la mano, o dándole casa por cárcel. Nadie podrá negarle jamás su derecho a arrepentirse. Pero, ¿esperar un cuarto de siglo para hacerlo, aún sabiendo todo el daño que le ocasionó a Panamá? ¡Eso es demasiado orgullo!
El general pide perdón en nombre de sus superiores, subalternos, de toda la institución prácticamente. Que yo sepa, nadie puede arrepentirse de los pecados de otro. Por eso, en casi todas las religiones del mundo, durante el verdadero proceso de expiación, solo se habla de los pecados propios, no de los ajenos. Pedir perdón en nombre de los demás es cortés, pero insubstancial. Si el general quisiera pedir perdón por otros, caso tal habría de hacerlo en función de quienes seguían sus órdenes (y solo a 50%). Ahora bien, él pide perdón hasta por sus superiores. ¿Tiene eso sentido? Todo es probable en la mente de un anciano con muchos problemas de salud y un ego aún demasiado joven.
Tampoco lo vi compungido ni apesadumbrado, y de no haber sido por la insistencia del camarógrafo en filmarle las manos, hasta se podría decir que goza de salud estable. Avejentado sí, desde luego, no es para menos. Habló con su firmeza y tono habitual, obviamente, quitándole los manzanillos y sapos que siempre lo rodeaban.
Hay que estar claro de que lo que él hizo no fue una gracia. Si la historia aún no lo ha escrito debidamente, que la realidad ciudadana nos redima (aunque sea por esta vez) de pecar de ingenuos, mansos o desmemoriados.
Si el general quiere pedir perdón por todos los militares, que pague también por todos ellos. Y por todo el retroceso social que generaron, cuyos nefastos efectos no pueden estar más vigentes hoy en día.
A mi parecer, el verdadero valor de la declaración del exgeneral, fuera del aspecto emotivo de escucharlo disculparse, reside en su flash back. Como la mejor lección dictada por el peor maestro. Para que aquellos avaros y viciosos de poder que están presos o podrían llegar a estarlo entiendan que uno puede escaparse de los demás, pero jamás de uno mismo.