Panamá: El reto educativo



Meses atrás, justo antes de embarcarme en la aventura como Hubert H. Humphrey Fellow en la Escuela Maxwell de Ciudadanía y Asuntos Públicos de la Universidad de Syracuse, escribía sobre la importancia de la alfabetización en tecnologías y el uso de las herramientas tecnológicas. En esa ocasión me preocupaba que Panamá no estaba debidamente preparada para hacerle frente a los cambios acelerados que ocurrían en el mundo, y hoy en día podemos ver un ejemplo de ello con la situación de las clases virtuales.

Actualmente, debido a la cuarentena por la Covid-19, muchos países han suspendido las clases presenciales en los centros educativos y las mismas han sido reemplazadas por clases en modalidad remota, siendo este un medio alternativo para que los estudiantes puedan seguir recibiendo instrucción. Pero para que esta modalidad sea exitosa, es necesario pensar fuera de la caja y preparar los objetivos, responsabilidades, expectativas y organización de dichas clases, tomando en cuenta el apoyo de los padres y considerando incluso otras herramientas que puedan ser usadas por los estudiantes que no cuentan con computadoras o teléfonos inteligentes.

Esta pandemia nos ha mostrado una vez más la brecha tecnológica que existe en nuestro país, así como las enormes diferencias entre la educación pública y la particular. También nos ha mostrado la importancia de capacitar a los educadores en el uso de tecnologías educativas y otros modelos de educación a distancia, como la radio y la televisión, que muy bien pudieran usarse en este momento para apoyar a estudiantes en áreas remotas o sin computadoras/internet. Dar clases usando herramientas tecnológicas es muy diferente a hacerlo en el salón de clase y no podemos usar la misma metodología de una clase presencial, manteniendo al estudiante frente a la computadora por mucho tiempo y recargándolo a él y a los padres de familia con tareas rutinarias. Es necesario adaptar la enseñanza al ambiente remoto y digitalizado, pensando que estamos ante escenarios que están fuera de nuestro control y que tenemos que generar un nuevo ecosistema educativo.

Urge entonces proporcionar dicho entrenamiento a los docentes sin experiencia en esta modalidad educativa, tanto de escuelas públicas como particulares, para que puedan hacer los ajustes necesarios en la planificación y organización de sus clases. Además, esta es la ocasión para desarrollar un modelo que se pueda seguir utilizando, aprovechando todas las ventajas que nos proporciona la tecnología, y considerando que clases remotas no se refieren únicamente al uso de internet, computadoras o celulares inteligentes; tal como podemos notar con el Programa IPER de educación por radio, o con las clases por televisión pública que se están empleando aquí en Syracuse.

Veamos este escenario como una oportunidad que debe ser empleada para no seguir rezagados; el mundo continuará avanzando a pesar de la pandemia y debemos ajustarnos a estos cambios.

La autora es doctora en Educación/ Hubert H. Humphrey Fellow

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