Es muy interesante esta “nueva” vida de mis compañeros octogenarios. La totalidad de nuestra vida, con sus éxitos y fracasos, está a la vista; sentimos que nuestra responsabilidad de dejar a nuestros nietos y bisnietos un Panamá justo y próspero ya es una visión de 100 años. Muy a menudo nos encontramos haciendo inventarios mentales de nuestros objetivos de vida, como qué cosas hemos logrado y, aún más importante, cuáles no hemos podido lograr.
En nuestro círculo íntimo familiar, ya con cuatro generaciones de activos nuevos y panameñísimos ciudadanos (más las cuatro anteriores a nuestro nacimiento en esta privilegiada tierra), sentimos satisfacción porque todos han sabido ganarse la vida honestamente, produciendo valor a nuestro país.
Es en el campo ciudadano donde siento que quedan grandes áreas pendientes. He tratado siempre de ser un ejemplo de ciudadano a tiempo completo. Hemos tenido algunos logros importantes, siendo la creación –entre otros– de La Prensa uno de gran importancia. Logramos en dictadura que se fuera perdiendo el miedo hasta el punto en que hicimos que el país se uniera y se le hiciera ingobernable al dictador, quien terminó derrotado y murió tras los barrotes.
Sin embargo, la democracia nunca se da por hecha; es una lucha cuesta arriba diaria que no termina nunca. ¿Podemos darnos por satisfechos de haber creado una ciudadanía democrática y activa a tiempo completo? La respuesta obviamente es “no”.
La simple pregunta que apareció para la última convocatoria de calle sobre “¿quién convoca?”, basta y sobra para saber que no hemos superado el miedo del todo y que la democracia de ciudadanos todavía no está al mejor nivel. ¿Por qué? ¿Quién es responsable de esto? La responsabilidad es de cada uno de nosotros al no haber podido consolidar una democracia de ciudadanos . ¿Por qué? Tenemos que dedicarle, junto a otros tan creyentes como yo en la democracia ciudadana, más tiempo, más esfuerzo. ¡Hay que avanzar mucho más!
¿En qué hemos fallado? ¿Por qué no hemos logrado que nuestros hermanos en la nacionalidad sientan la patria con nuestros ojos y nuestras almas? ¿Por qué no he logrado que más empresarios hagan partícipes a sus empleados para que sean sus “asociados” en hacer empresa, que en vez de “ellos” y “nosotros” seamos todos halando la carreta de la empresa en la misma dirección para beneficio de todos? ¿Por qué no he logrado convencer que el salario mínimo debe ser un salario de vida, lo cual aumentaría el consumo, las ventas y las utilidades en un circulo virtuoso? ¿Por qué no hemos logrado convencer a todos que nuestro objetivo primario como país es convertirnos en una nación sin pobres, no simplemente más o menos justos o reducir la pobreza? ¡No! ¡El objetivo debe ser un país sin pobres!
Todos estos objetivos no solo son posibles, sino que se han logrado en la práctica. Por ejemplo: un país como Noruega, con aproximadamente la misma población de Panamá, ha creado un fondo soberano que le ha dado un valor de $250,000 a cada ciudadano. Hay 25 países más con fondos soberanos. Nosotros tenemos cómo hacerlo. Ni siquiera tenemos que inventar la pólvora.
Mis ojos, mi alma ve esa patria. Una patria donde no hay empresarios y empleados, sino asociados haciendo empresa en forma participativa.
Veo una patria sin pobres, sin un solo pobre, haciéndole un bypass a los políticos corruptos y participando a la población directamente, sin intermediarios, con un supermillonario fondo soberano, en el que todos los panameños con número de cédula tengamos una subcuenta de inversión en el fondo. Un fondo que llegue a $50,000 por ciudadano, para que éste pueda individualmente invertir en otras cuentas de capital, como vivienda, educación y su propia empresa.
Veo un país en que ningún ciudadano carezca de una vivienda propia.
Veo un país con una educación de primer mundo, haciéndole un bypass al anquilosado Ministerio de Educación, que es hoy una fábrica de desigualdad.
Yo veo y siento esta patria. ¿Por qué no he sabido convencer a más panameños para que se conviertan en ciudadanos a tiempo completo, con visiones claras y objetivos concretos?
Esta patria que veo y siento, ¡es posible! Lo puede lograr el poder ciudadano, dueño del poder público, exigiéndole a los políticos que respeten nuestra visión, como lo estamos comenzando a hacer en la calle.
¿Por qué no he logrado pasar a más y más compañeros en la nacionalidad lo que mis ojos ven y mi alma siente?
¿Por qué? ¡Yo le pido a mis lectores que se empoderen, encontremos el porqué y sigamos accionando juntos!
El autor es fundador del diario La Prensa.

