La experiencia me dice que ya uno es mayor (elder) el día en que el número de descendientes que tiene supera el de los amigos que tiene . Maruja y yo ya tenemos más de 35 (contando los que han llegado -por matrimonio- a formar parte de nuestra familia) y “el rancho ardiendo”... Y el número de amigos de nuestra generación ha ido disminuyendo día a día, así es que ya llegamos: ya somos mayores. Sin embargo, no estamos fuera del juego. Nuestra tarea patriótica es ahora ofrecer sabiduría estratégica, que es algo que toda sociedad necesita.
Tenemos que recordar el nacimiento de la palabra “senado”. Proviene del romano senatus, que originalmente significaba “una asamblea de mayores”.
No hace falta ser mayor para realizar que nuestra querida nación está en crisis.
Las instituciones se están pudriendo, el gobierno está atrofiado, existe un cinismo generalizado en la población que no cree en nada ni en nadie.
Definitivamente, hay un riesgo de una catástrofe, ya sea por la vía de una explosión social, una vuelta al autoritarismo civil o de uniformados (las dictaduras no han muerto, solo están hibernando) esperando su oportunidad.
Pero toda crisis trae consigo oportunidades únicas para lograr una nueva grandeza de la ciudadanía y un renacimiento de la confianza cívica. Un nuevo consenso de valores y el empoderamiento de un nuevo régimen político transparente y eficaz, o sea, un gobierno que funcione respetando los dineros públicos, la Constitución y las leyes.
¿De dónde saco yo esta idea? Leyendo la historia, sus ritmos de crisis y oportunidades, que ocurren una y otra vez.
El aprovechamiento de las oportunidades de cambio siempre vienen de los jóvenes cuando ellos se perciben no solo como miembros individuales activos y activistas, sino como una “generación común”, como una “generación trascendental”. Cuando esto ocurre se produce como una especie de gran despertar liderizado por esa juventud.
Hay además momentos en la historia en que estos vigorosos jóvenes heroicos y los mayores, con su sabiduría, logran una relación constructiva que produce el aprovechamiento de oportunidades... y se dan los cambios.
Cuando esto ocurre, sueños “imposibles” de repente son alcanzables. Entre ellos –por ejemplo– la erradicación de la pobreza, que sería lograble en una década con nuevas instituciones que hacen un by-pass desde hoy a gobiernos corruptos que se han hecho costumbre fatal.
Estamos en una crisis que puede forzar un gran despertar, una nueva energía pública, producida por la experiencia generacional de esa juventud que ya rompió barreras, demostró su vigor, fuerza, inteligencia, honradez y valor de elevar la vida pública a otro plano, logrando el necesario cambio.
Ha llegado el momento de entender con claridad el potencial catastrófico de la crisis que vivimos hoy. Es necesario que esta comprensión sea por parte de esa juventud vigorosa que ya se asoma. Esta nueva generación está convenciéndose de que ya “le toca”. Le toca convertir su momentum en una fuerza generacional, nutrirse de la sabiduría estratégica de “el senatus” o asamblea de mayores, y aprovechar la temporada preelectoral para que su movimiento sea no de individuos, sino de una generación empeñada en producir cambios radicales dentro de la democracia y que su movimiento generacional signifique el “gran despertar” de nuestra ciudadanía, exigiendo una nación más participativa, más eficaz y –sobre todo– ¡mucho más justa!
Es por eso, por mi país, cuya tierra está abonada por cinco generaciones de mi familia, que sigo en esto, sintiendo el vigor y la fuerza de los jóvenes que ya van realizando que les toca, que es su turno de formular el futuro de su/nuestra única patria.
