Un discurso bien elaborado, es decir, basado en argumentos válidos, debe suponer una aproximación desde la interpretación de fenómenos y la lógica (informal).
El sistema de atención en salud panameño puede ser: por seguridad social, público o privado. Reconocemos un conflicto en estos dos primeros en tanto estas tres formas de relaciones: la relación de los profesionales de la salud (no todos; no generalizaré) y los pacientes o familiares; la relación de la institución y los usuarios, y la relación interna de la institución como organización (con los profesionales de la salud).
Estos conflictos relacionales pueden abordarse desde una resolución no adversarial o desde una adversarial. La no adversarial se refiere a aquella donde la resolución de conflictos se da desde el arbitraje (cultura de paz), y es aquí donde los comités de bioética juegan un papel importantísimo en este tema. Sin embargo, ya que estos comités no están fortalecidos en nuestros sistema panameño, ya que sobreabundan los comités de bioética de la investigación y no los asistenciales (excepción a la regla es el Comité de Bioética del Hospital del Niño), pronto nos veremos inmersos en una cultura de abordaje adversarial, donde habrá una gran demanda de formar profesionales del derecho en tema de derecho médico , y donde muchos profesionales de la salud (e incluso instituciones) nos veremos inmersos en una polémica de este tipo de resolución de conflictos relacionales.
Es evidente que muchos pacientes y familiares en el sistema público panameño y el de seguridad social han padecido el maltrato (término correcto) psicológico y moral por parte de “profesionales” de la salud. Un tema que, por ser relacional (relaciones humanas), requiere un estudio multidisciplinar, donde las ciencias sociales y las humanidades deben primar. Es preciso que dejemos de mirar los problemas de relaciones (humanos) desde la perspectiva cientificista, ya que no lograremos concluir los actos humanos como resultados estadísticos. Se requieren otros métodos validados y aplicados por la sociología, la psicología, ciencias de la educación, la filosofía, la historia, las ciencias políticas, el derecho, la antropología y la salud ocupacional.
Como primordio de un posible abordaje de estudio de esta problemática, viejísima, debemos preguntarnos: ¿se trata de un malestar en la cultura y del cual poco se pueda hacer, solo adaptarnos? ¿Se trata del desgaste físico y mental de los profesionales de la salud que están sometidos a un estrés enorme, donde el sistema de salud y seguridad ocupacional no considere el aspecto psico-social de todo colaborador? ¿Será que los usuarios desconocen que son portadores innatos de derechos fundamentales que toda institución debe garantizar? ¿Será que es un asunto político-histórico, donde apenas nos desprendemos de ese sentido paternalista que nos lega la dictadura y apenas nacemos como un país (y una consciencia colectiva) realmente fundamentada en derechos humanos? ¿O será cuestión de formación de los profesionales de la salud que nos hacen creer que somos Todopoderosos e infalibles a cometer errores, más que técnicos, humanos?
Cada quien tendrá su propio juicio.
El autor es médico y bioeticista