Los actos perpetrados en Francia por células terroristas de Al Qaeda, que comenzaron con el ataque al semanario Charlie Hebdo en el que murieron 12 personas, siguieron con el secuestro de una imprenta al noreste de París en la que se dio muerte a los dos sospechosos del ataque, así como el posterior secuestro de rehenes en una tienda judía del centro de París que acabó con la muerte de tres de los terroristas y el lamentable deceso de cuatro rehenes, obliga a analizar las causas, el modus operandi y los objetivos que persiguen estos grupos terroristas que acaparan la atención mundial.
Más allá de su relación con el llamado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) o con Al Qaeda, a nuestro juicio, su accionar transciende a organizaciones como Hizbulá, en el Líbano, y a sus aliados en la actual coalición de gobierno de ese país, como también a otros grupos terroristas que operan en el Medio Oriente y en otros países, musulmanes o no, que cuentan con una fuerte presencia de comunidades árabes. En medio de estas comunidades han surgido pequeños grupos que sirven directa e indirectamente como fuente de recursos para los terroristas, tanto en el aspecto financiero como de militantes.
Antes de analizar la “racionalidad” que mueve a estos grupos hay que comprender el significado del término, como la capacidad que permite pensar, evaluar y actuar de acuerdo a principios de optimidad y consistencia para satisfacer algún objetivo, sea de carácter económico, político social o religioso. Lo que se estructura en una lógica mental-mecánica distinguible en su modo de actuar.
Es cierto que algunos grupos terroristas del Estado Islámico, Al Qaeda, Hizbulá y sus respectivos aliados sirios e iraníes se han enfrentado, pero más bien en medio de luchas internas por el predominio del mundo islámico (suníes y chiíes). Todos estos grupos y sus respectivos aliados (árabes y no árabes, musulmanes y no musulmanes) tienen como elemento común una racionalidad política-religiosa, estructurada en una lógica mental de cero tolerancia frente a quien no piense ni actúe como ellos. Esto se expresa a través de procedimientos irracionales que se sustentan en el uso de la fuerza extrema, como los atentados terroristas, y los asesinatos a sangre fría, tanto contra objetivos civiles y no civiles.
Lo más lamentable es que justifican y ostentan esos procedimientos como actos para la “conservación del islam”.
Uno de los elementos psicosociológicos que desde hace más de dos décadas es objeto de análisis, tanto por parte del mundo académico como de los círculos de inteligencia que se dedican al estudio de estos grupos, es la poca o nula adaptación por parte de las comunidades árabes a la cultura occidental, sobre todo, de las musulmanas.
Esa condición mental y cultural, que conservan los inmigrantes y sus hijos nacidos en el mundo occidental, se perfila como el principal factor psicológico que impulsa a algunos de ellos a pasar a formar parte de los grupos terroristas.
Es decir que el rechazo a las costumbres occidentales se convierte, a la postre, en el caldo de cultivo para reclutar a individuos que los citados terroristas han sabido explotar, a su favor, con el objetivo de aumentar la polarización política y religiosa entre el mundo occidental y el musulmán.
El objetivo de los atentados que perpetran estos grupos de fanáticos criminales es que millones de personas observen fotografías o videos con imágenes de extrema inclemencia, en los que se escuchan u observan consignas islámicas.
Con ello pretenden incentivar la escalada de fanatismo, incomprensión, odio y cólera entre los diversos grupos religiosos dentro del mundo occidental para reforzar así los extremos. En situaciones como las recién vividas en Francia, las percepciones son lo que prevalecen y el reconcomio suele generar reacciones gobernadas por el miedo y el rechazo en las sociedades afectadas por estos actos criminales.
Detrás de estas organizaciones terroristas, que se escudan en el islam, en la corrupción e ineficiencia de los gobiernos, en la pobreza del mundo árabe y en el conflicto israelí-palestino, lo que realmente prevalece es una vulgar tendencia política-religiosa totalitaria y excluyente.
Hay que tener claro que el totalitarismo, el rechazo al otro, la represión y las “verdades únicas” son realmente una amenaza y hay que combatirla para lograr la convivencia pacífica, tanto en el mundo musulmán, como en el occidental.