La realidad de la cuenca del río Juan Díaz: Matías Carrera



Muchas son las veces que hemos dicho que Panamá es un país bendecido por la gran cantidad de lluvia que recibimos. Es una afirmación cierta, pero que conlleva la responsabilidad de saber manejar el recurso hídrico, especialmente cuando las cuencas hidrográficas han sido sometidas a cambios sustanciales producto del desarrollo humano. 

En el pasado, los ingenieros, arquitectos y las autoridades que gobernaban pudieron manejar el recurso hídrico porque la población era pequeña, sin embargo, en nuestra época no se han podido establecer planes de manejo integrales de las cuencas hidrográficas del país, entre las que se encuentra la del río Juan Díaz, uno de los afluentes más importantes de la capital y que, debido a sus condiciones naturales y la presión que ejerce el desarrollo inmobiliario, ha causado estragos desde hace décadas. 

Juan Díaz es un río de 28 km de largo que nace a 700 metros sobre el nivel medio del mar y que recibe las aguas provenientes del área de Cerro Azul y del este de San Miguelito.  Durante los últimos años, especialmente a partir de mediados de la década de 1990, el desarrollo urbano de la cuenca ha crecido del 10% al 30%, sobre todo en el área de la cuenca media, lo que ocasiona que los caudales máximos instantáneos que transporta el río durante una lluvia extraordinaria se incrementen de manera significativa desde un promedio de 300 metros cúbicos por segundo hasta sobrepasar los 1,000 metros cúbicos por segundo. Esto equivaldría a pasar de llenar una piscina olímpica en 8 segundos a 2 segundos. Es decir, 4 veces más rápido. 

El aumento de este volumen de agua en un mismo período de tiempo causa que los niveles de desbordamiento del río en la cuenca baja sean mayores, afectando cada vez más las zonas bajas y las casas que fueron construidas en desarrollos urbanísticos que no previeron los rápidos cambios en el uso y cobertura del suelo. Inclusive, los lotes se vendieron en áreas inundables con pleno conocimiento de los compradores quienes construyeron sus viviendas, en vista de que la regulación no impedía la edificación en áreas inundables, como ahora. 

A raíz de inundaciones importantes que ocurrieron en 1986, 1995 y 1998, el Estado reconoce el problema y empieza a buscar soluciones. Prueba de ello es el estudio denominado Saneamiento ambiental y mejoramiento del drenaje pluvial de los ríos Tapia, Juan Díaz y río Abajo, pero esas obras se han visto relegadas, gobierno tras gobierno, debido al bajo impacto político que representan. Sencillamente, son obras costosas que, al final, solo alivian el problema de no más de 500 viviendas en toda la cuenca que se inundan en condiciones extremas.

El manejo integral de la cuenca hidrográfica del río Juan Díaz es urgente, tanto para disminuir el riesgo de inundaciones como para obtener beneficios. Otro aspecto a considerar es la instrumentación. Se requiere contar con estaciones hidrometeorológicas de registro continuo para monitorear el comportamiento de la cuenca y, de paso utilizar, los datos para realizar investigaciones científicas en diversos campos.

La solución se puede poner en marcha por etapas. Primero la instrumentación permitirá conocer la cantidad de lluvia, intensidades, niveles de la corriente principal, etc., acompañada de los trabajos de canalización y mantenimiento de los cauces.

Ya con datos confiables se promovería el desarrollo de zonas de amortiguamiento o embalses en la cuenca media del río para evitar que grandes volúmenes de agua lleguen a la cuenca baja, causando estragos. Por último, se daría paso a obras que generen beneficios económicos, como generación eléctrica o producción de agua para consumo industrial.

Paralelamente, se debe ir recuperando el bosque de galería para disminuir la erosión que produce sedimentación en la cuenca baja del río y controlar la contaminación con aguas residuales, proceso iniciado con el proyecto del saneamiento de la ciudad y bahía de Panamá.

Este plan debe ser ejecutado por el Estado, que ha contratado múltiples estudios de las cuencas. Solo es cuestión de voluntad para implementar las soluciones antes de ocurra una tragedia.

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