Muchas son las opiniones que surgen cuando se habla del movimiento del reggae en español, de nuestro reggae panameño. Todos criticamos, pero por lo visto ninguna de tantas sugerencias parece aliviar tantas quejas. Queramos o no el reggae en español y todo lo que rodea ese tópico, ya es parte de la idiosincrasia panameña, directa o indirectamente tiene que ver con los panameños de todas las edades. El movimiento generado por la cultura urbana es parte de nuestras vidas, así que estamos obligados a reconocer sin tabú la importancia de ese movimiento para los panameños y para nuestra cultura. Es cierto que el reggae y su movimiento tienen muchos defectos que a veces parecen irremediables porque rayan en lo absurdo, pero también tiene cosas buenas. No por nada se ha convertido actualmente (aunque por asalto) en el genero musical con más simpatizantes en todo el mundo, ocupando los primeros lugares de programación y venta en mercados como EU, y muchos países europeos como España. ¿No esta convencido?, consulte con cualquier disquera multinacional que hoy por hoy tienen como prioridad en muchos de sus proyectos o campanas a artistas de reggae en español, y aunque el mérito y los beneficios no se lo lleven los artistas panameños creadores hace ya 25 años del que hoy se convertiría en el mas grande movimiento junto al del conocido hip hop norteamericano en la industria de la música mundial, lo cierto es que debemos sentirnos orgullosos del talento nacional y reconocer su impacto en la cultura, el individuo y la sociedad .
Recordemos que toda nación siempre debe conservarse joven, renovarse, y es ahí precisamente donde reside el punto crítico: Sabemos que el reggae en español surge de los barrio populares y así mismo la inspiración, la temática de las canciones salen de situaciones que se viven o se imaginan en el barrio, diferenciándose cada tema del otro por el punto de vista del artista y la situación que vive o se imagina componiéndose en canciones de amor, de protesta política, de creencias religiosas, de incitación al baile y la diversión, de guerra y violencia, etc., lo cierto es que la crítica no debe dirigirse a los artistas (malos o buenos) ni hacia lo que canten (malo o bueno). No sería justo prohibir a alguien expresarse y tener ideas y pensamientos propios. Aquí cabe entonces la aplicación de la ley, debe haber una regulación aunque lo más prudente sería poner en práctica la autorregulación, no podemos decirle a ningún artista qué puede y debe cantar y qué no, pero sí podemos regular su divulgación, radiodifusión, promoción y distribución. La comercialización de la música mala, la música negativa sería regulada, definiendo música mala como canciones con mala producción musical, canciones con temas de violencia, con temas sin ninguna coherencia lógica, que pueden influir negativamente en nuestra sociedad esto sucede cuando un niño o joven es incitado a ser violento, rebelde, deshonesto, insensato, inmoral, o cuando canta articulando palabras que no tienen ningún significado o sentido lógico.
A mi parecer, hay que crear un sistema de regulación verdaderamente eficaz y este no debe limitarse a los artistas y su música sino también hay que incluir a los productores, por eso incluí las canciones con mala calidad de producción, que aunque su intención fue la de hacer música no deja de ser ruido y todos sabemos que el ruido es contaminación y perjudica la salud.
También hay que regular la producción , hay que regular a los Djs, locutores, programadores y emisoras que teniendo esa herramienta, ese poder tan grande de comunicarse con tanta gente de la manera que ellos lo quieran, como ellos lo quieran, a la hora que ellos quieran no deberían utilizar un medio de comunicación para promover y divulgar productos, ideas, pensamientos, etc., sin ninguna legislación como pasó en Panamá en los tiempos de la dictadura y el programa de propaganda "Todo por la Patria". A cuántos de nosotros no nos habrá pasado que ponemos la radio y oímos una canción que no nos gusta y decimos: ¿que es esa porquería? Insultamos, nos reímos, nos burlamos, cambiamos la radio, lo que sea pero reaccionamos negativamente, aunque de tanto que lo programan quedamos primero escuchándola, después cantándola, muchas veces sin siquiera darnos cuenta y finalmente lo terminamos aceptando. Entonces el daño ya está hecho, aquella canción estúpida, vulgar o mala se convirtió en la canción más popular del país y de ahí traspaso fronteras. Entonces nuestra imagen internacional también se ve afectada negativamente ya que al analizar los gustos de los panameños por las listas de popularidad o top tens de revistas musicales, pongo un ejemplo: el disco mas popular de Panamá es Chakarron o Marik tu marik yo!!, porque son los discos más pautados en radio y televisión, porque son los más pedidos por el propio publico panameño. Es menos vergonzoso ver a un tico o un nica llamando a su radio local para pedir la canción del panameño, de ese que no sabe el nombre pero le causa mucha gracia lo que canta, que ver a un panameño haciéndolo. ¿Cómo quedamos todos, especialmente los que estamos involucrados en este movimiento? Ahora, no critico al intérprete ni critico al que lo produjo, porque tienen iguales derechos que los demás, y, aunque estén lejos de ver esto como un arte, reconozco que son buenos en la parte de negocio.
La vida misma es así, algunos ven oportunidades donde hay calamidades y no nos toca a nosotros ser jueces pero sí podemos sentenciar al que deliberadamente promulga, promueve, distribuye, vende, etc., sin ser objeto de sanción ninguna más que la que le damos una parte de los panameños que repudiamos y censuramos ese acto de inmoralidad, falta de respeto, abuso a los derechos civiles, abuso a la integridad de los individuos y al desarrollo del arte.
Hago un llamado a todos mis coterráneos especialmente al gobierno, al presidente, Martín Torrijos, y su gabinete y a todo al que le concierna este asunto, a que reconozcan la gravedad del mismo y den pie a una junta reguladora íntegra y efectiva, que sea inmune a la corrupción y los caprichos de unos cuantos, para tratar de mejorar o solucionar esta situación.