Un reciente estudio del Banco Mundial señala que en Latinoamérica hay 20 millones de jóvenes de entre 15 y 24 años que no trabajan ni estudian (“ninis”), confirmando la tendencia de los informes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que señalan que 1 de cada 4 jóvenes, entre los 15 y 29 años, en sus 34 países miembros, forma parte de este grupo.
El número de estos se obtiene de restar la población ocupada y población estudiantil de la población total, para una franja de edad determinada, y es reflejado como porcentaje de esta. Entre los países de la OCDE, la media es 14.96% y la “mejor” tasa de “ninis” la tiene Holanda, con 6.71%, seguida por Alemania con 9.94%. En el otro lado del espectro están Turquía (29.19%), España (25.79%) e Italia (24.62%).
En Panamá hay 222 mil 331 “ninis” (entre 15 y 29 años de edad), lo que representa el 24% de la población para esa franja de edad.
De la cantidad referida, el 27% son hombres y el 73% son mujeres; el 72% tiene 24 años o menos; 2 de cada 3 vive en un entorno urbano, y el 23% está en busca de trabajo.
El 44% de las panameñas de entre 20 y 24 años de edad son “ninis”, y 2 de cada 5 de ellas cita responsabilidades familiares o no tener con quién dejar a los niños, como razón de su estatus. Además, el 39% de las mujeres, de entre 25 y 29 años, se encuentra en esta condición por las mismas razones.
La atención mediática se ha centrado en la relación entre los “ninis” y la delincuencia, en un contexto casi exclusivamente masculino, sin considerar el hecho de que 1 de cada tres trabajadores es mujer (2 son hombres), y 3 de cada 4 ninis es mujer. De tal manera que en Panamá los “ninis” tienen tres veces más rostros femeninos que masculinos.
El 85% de nuestros niños nace de padres no casados y 1 de cada 5 proviene de madres con 19 años de edad o menos; el 27% de ellas son solteras. De hecho, el 7% de las “ninis”, de entre 15 y 19 años está embarazada y hay varias jóvenes en esta franja de edad con más de cinco hijos.
Hemos estigmatizado el término “nini”, al hacerlo sinónimo de hombre joven vago, irresponsable, mantenido y parásito de la sociedad. Sin embargo, una gran proporción de “ninis” la integran mujeres humildes con hijos, y solo una minoría se ajusta al perfil del famoso personaje de La Cáscara.
La batalla por la inclusión social de estas jóvenes pasa por la educación pertinente y edificante porque –como dijo el religioso estadounidense Brigham Young–“Si educas a un hombre, educas a un hombre, pero si educas a una mujer, educas a una generación”.
En estos momentos, en que se cuestionan los recursos históricamente asignados a la educación, como sociedad, debemos entender que estos siempre saldrán más baratos que el costo de la ignorancia, pues la educación no es la preparación para la vida, sino la vida misma.
