INCOMPETENCIAS

Esta es la segunda vez

Pareciera que algunas cosas nunca cambian. Hace cinco años el pueblo panameño se esperanzó cuando un candidato joven y dinámico les presentó tres promesas básicas: más empleo, más seguridad, y cero corrupción. A menos de dos meses para terminar su gestión, el presidente Torrijos nos deja grandemente decepcionados ante la falta de interés o capacidad de su gobierno para cumplir con lo prometido.

Es tan notoria la incompetencia del actual gobierno en atender estas promesas que, una vez más, aparecieron los temas de seguridad y corrupción dentro de las propuestas de los candidatos. El pueblo está harto de la proliferación de crímenes y escándalos que se reportan a diario. No queremos acostumbrarnos a vivir en un país en el que nuestras autoridades se venden al mejor postor, y donde debemos temer hasta a nuestra propia sombra.

Cuando analizamos las acciones tomadas para combatir la delincuencia, salta a la vista la falta de planificación. Hemos vivido una procesión de planes de seguridad, cada uno con una visión radicalmente opuesta al anterior. Esta falta de cohesión es suficiente para echar por tierra cualquier esfuerzo serio que se realice. Si bien es cierto que este no es un problema sencillo, también es claro que otros países han logrado controlar los elementos más peligrosos y ofrecer a sus pueblos un mínimo de tranquilidad del cual el panameño promedio carece hoy día.

A diferencia de la lucha contra la delincuencia, la lucha contra la corrupción simplemente nunca se dio. Este tema fue solo una pantalla empleada para desprestigiar y perseguir a los adversarios del PRD.

Es un hecho notorio y ampliamente conocido que la Secretaría Anticorrupción, creada en esta administración, centró sus esfuerzos en estudiar los supuestos casos de corrupción del gobierno de Mireya Moscoso, sin embargo, ignoró reiteradas denuncias de malos manejos por parte de funcionarios de este gobierno.

Pero la corrupción no se combate solamente persiguiendo a los altos funcionarios. Es una verdad evidente que hay tanta o más corrupción en los niveles más bajos de la estructura gubernamental. Aunque nos duela admitirlo, la fibra misma de nuestra sociedad alberga elementos facilitadores de los actos de corrupción, los cuales se presentan aun en la esfera privada. Se necesita una revisión curricular conducente a introducir el concepto de ética en nuestros estudiantes, desde la educación media hasta la universitaria, solo así podremos ir desarraigando al vicio de la corrupción del diario vivir de nuestra sociedad.

Adicionalmente, se requiere introducir al funcionario público a ciertos conceptos éticos básicos, las herramientas desarrolladas en la plataforma de Inadeh virtual podrían ser empleadas para esta función. Temas como conflictos de interés, soborno, abuso de autoridad, deben ser discutidos y explicados en detalle, así como la legislación vigente para combatir estos y otros posibles abusos. De igual forma, se deben reforzar las líneas de supervisión para lograr la detección rápida de cualquier acto inapropiado, solo así será posible cumplir la promesa de cambio en la cual el pueblo ha cifrado sus esperanzas.


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