“Me duele la demora de esta memoria que ha permanecido escondida por más de 25 años, por la cobardía y la timidez de los que desviaron su mirada de cara a los hechos…”. Así se pronunciaba el 20 de diciembre de 2016 Juan Planells, entonces recién designado presidente de la Comisión 20 de Diciembre de 1989, durante la ceremonia realizada en el Jardín de Paz; el mismo lugar donde, según sus palabras, “aún reposan cuerpos no identificados por la crudeza de una violencia ciega..”.
La emotiva ceremonia se realizó cinco meses después de la creación de la Comisión, gracias al empeño y coraje de la entonces vicepresidenta y Canciller, Isabel De Saint Malo de Alvarado. Fueron veinticinco años de olvido oficial e indiferencia que empezaron a quedar atrás a partir de entonces.
Tres años después, con otras personas y otro partido al mando del país, la Comisión continúa su dura tarea de identificar a las víctimas para darle sosiego a sus familias, y para que todos los panameños sepamos a ciencia cierta cuánta sangre inocente se derramó.
Y en esa tarea, son muchos los pendientes. Por ejemplo, declarar el 20 de Diciembre como Día de Duelo Nacional, algo que las familias de las víctimas han solicitado por muchos años, y que ahora los miembros de la Comisión han solicitado formalmente al gobierno nacional.
Sorprende que en las dos ocasiones previas en que el Partido Revolucionario Democrático llegó al poder, pasó de puntillas por este tema, sumándose a quienes decidieron esconder bajo la alfombra la vergüenza y el horror. Ahora tienen una nueva oportunidad.
Los treinta años transcurridos desde aquella madrugada mortal, en la que unos 26 mil soldados de Estados Unidos probaron sus modernas armas de guerra en Panamá -con el alegado propósito de llevarse a un solo hombre y desmantelar su régimen de terror-, parecen estar dando paso a nuevos tiempos de reflexión y diálogo sobre un tema que ha provocado en el pasado profundas discrepancias, fuertes controversias, grandes dolores y muchos silencios.
La puerta se abrió a finales de 2018 por el maravilloso Duelo. Memorias de una invasión, a cargo del colectivo de periodistas Concolón, que permitió recuperar retazos de la memoria escondida, haciendo posible que esos dolores, tanto tiempo guardados, se transformaran en hermosos y sentidos relatos vestidos de arte.
Ahora que se acerca la fecha del 20 de Diciembre, son muchos los grupos e instituciones que han organizado actividades alrededor de este aniversario. Desde la conferencia Pensar la democracia a 30 años de la invasión, organizada por el Centro de Iniciativas Democráticas y Concolón en noviembre pasado, el Circuito a 30 años de la Invasión, que incluye actividades en el Museo de Arte Contemporáneo, el Teatro Municipal Gladys Vidal, la Ciudad del Saber y el Centro Cultural de España en el Casco Antiguo, hasta una larga lista de eventos en la Biblioteca Nacional y centros universitarios, tanta iniciativa revela la necesidad de reencontrarnos para vivir juntos el duelo pendiente.
La propuesta Una invasión en cuatro tiempos del Museo de Arte Contemporáneo, por ejemplo, facilita un reencuentro en el recuerdo de lo que vivía Panamá antes de la invasión, lo sufrido durante el violento episodio, el doloroso tiempo posterior y, finalmente, el momento de la memoria. Las obras en diversos formatos que forman esta muestra nos llevan por esos tiempos, logrando situarnos desde la emoción de lo vivido, lo sufrido, lo llorado, lo perdido, permitiendo que reflexionemos sobre lo que no hemos logrado.
Curiosamente, el momento ha coincidido con la emocionante irrupción de grupos de jóvenes que han salido a las calles con enorme brío a exigir una mejor democracia, una que enfrente las desigualdades, la corrupción, la impunidad y que respete los derechos humanos, la diversidad. Son chicos que no vivieron la invasión, pero que saben que esta democracia decadente fue construida sobre sus escombros, su dolor y el olvido.
Treinta años después de la invasión podemos y debemos empezar a sacar los escombros escondidos bajo la alfombra para empezar a reconstruir esta democracia surgida del dolor. Es una tarea pendiente.
La autora es periodista, abogada y directiva de la Fundación Libertad Ciudadana