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Tapabocas y caretas

En esta oportunidad, empezaré mi escrito con una anécdota y con mi imaginación la terminaré. Es una mujer que se encontraba aquejada de un grave resfriado y nada de lo que le recetaba el médico parecía aliviarla. He aquí el diálogo.

“¿No puede hacer usted nada para curarme, doctor?”, le preguntó un día completamente frustrada.

“Tengo una idea”, dijo el médico. “Vaya a su casa, tome una ducha y, antes de secarse, quédese desnuda en medio de una corriente de aire”.

“Y, ¿con eso me curaré?”, preguntó ella, llena de asombro.

“No, pero agarrará usted una neumonía y eso sí puedo curarlo”.

¿No te ha ocurrido nunca que tu “gurú” te haya ofrecido el remedio para un mal que él mismo ha ocasionado? A esto se le llama iatrogenia. Diciembre de 2021 llegó y aún la pandemia no ha sido detenida; está dejando secuelas de dolor y también de iatrogenia, enfermedades que en una u otra forma aparecen por suministrarle al cuerpo medicamentos que no son para ese organismo específicamente. El mundo espera una vacuna de refuerzo eficaz y volver sin mascarillas a bailar con el Niño Dios, a marchar, a carnavalear, a derrochar, a disfrutar la vida, como antes lo hacíamos.

Tenemos muchos meses de estar confinados, digitalizados y encerrados. De pronto, un mal nos aqueja, tenemos que salir con mascarillas y con un temor muy grande a buscarle solución expedita a nuestro mal de muela. La muela del juicio. La que no necesitamos y debe ser extraída. La clínica parece otro sitio lleno de astronautas o extraterrestres. Hasta la secretaria está irreconocible. El alivio llegó cuando la boca quedó libre y nuestros dientes se asoman risueños: reímos.

El tapabocas llegó para quedarse, porque la Covid-19 mutó a Delta Plus; la cepa Ómicron se propagó y ya nos visitó. Las vacunas siguen su recorrido a nivel nacional. El miedo persiste. El tema se predica en todos los púlpitos religiosos, pero hay que comer y trabajar. Con mascarilla, hay que salir a buscar el pan. Mientras, las enfermedades siguen y las redes transmiten un sinnúmero de noticias para advertir que las alternativas de curarnos en forma orgánica llegaron a reemplazar los medicamentos que los especialistas recomiendan. Pero si nuestro organismo se nutre con medicinas que no corresponden y estamos esperando que el uso del cannabis lo resuelva, no vamos por buen camino. Vamos hacia la iatrogenia.

El mundo se informa rapidito. La vida se nos escapa igual. La época de las lluvias trae otras plagas. Nuestro sistema inmunológico se debilita. Los servicios hospitalarios están abarrotados. No escapamos de las lluvias y de los resfriados. Cuidemos nuestro cuerpo, conversemos con él. Somos lo que comemos con mesura, porque la iatrogenia, provocada por el mal manejo de la enfermedad, se está propagando como una pandemia más, aún con tapabocas y caretas.

La autora es educadora


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