En estos días, un amigo que sigue con interés ilustrado el pulso de la vida nacional, me solicitó informalmente mi opinión sobre el orden de importancia que se debería asignar en una agenda de gobierno a dos grandes dilemas que enfrenta el país: la situación financiera de la Caja de Seguro Social (CSS), y la modernización del Canal. Porque todos debemos hacer este ejercicio a fin de opinar concienzudamente cuando se nos ofrezca la oportunidad en una consulta popular, comparto con los lectores algunas de las reflexiones a que esa invitación dieron lugar.
Desde hace más de una década se describe a la CSS como una institución en crisis. Palabra que podría jerarquizar, de salida, la urgencia que prima entre estos dos asuntos.
La calificación de crisis refleja un detritus financiero que se ha acumulado a lo largo de muchos años por gestiones administrativas, en su mayoría, ineficaces, aupadas por una clase política tan egoístamente timorata como irresponsable.
Así, la CSS confronta hoy una madeja de problemas muy enmarañada, y no es fácil determinar cuáles son las medidas a tomar, ni en qué orden. Lo que todos en este país tenemos claro es que si se dilata por más tiempo la acción redentora de las finanzas de la CSS, enfrentaremos nada menos que su descalabro.
Y cuando hablamos de perder, en un país pobre, servicios tan importantes para la tranquilidad ciudadana como son la atención a su salud y amparo en la invalidez y la ancianidad, es fácil prever cuáles serían las consecuencias: una explosión de frustración e ira de tal magnitud que amenazaría la estabilidad política y social de nuestro Panamá.
En cambio, el tema de la modernización del Canal creo que hasta se beneficia con el paso del tiempo. Hemos visto surgir información nueva que sugiere que una tercera esclusa puede no ser conveniente. Entre otras razones, aunque no la única, debido a la apertura natural del llamado paso del Norte, resultado del deshielo en los glaciares que vienen midiendo los glaciólogos.
El deshielo de los polos es un fenómeno cíclico en nuestro planeta, aunque ocurre en periodos muy grandes y, como en eras pasadas, altera la misma conformación de la masa terráquea.
El paso del Norte, natural, gratuito y útil a naves de todo calado, se irá produciendo gradualmente. Algunos científicos aseguran que no demorará muchos años en ampliarse y profundizarse lo suficiente para ser una verdadera alternativa a la circunnavegación comercial. Si esto ocurre en dos o tres décadas, ¿se habrá siquiera pagado la inversión gigantesca de construir una tercera esclusa para el Canal de Panamá?
A nadie escapa que la modernización del Canal, como obra per sé, incidiría positivamente en la economía nacional, que más opciones de trabajo para el pueblo propiciaría un clima de bienestar social, ni que las señas de progreso y estabilidad a su vez actuarían como un imán para atraer a nuestra tierra la inversión extranjera que tanto recomiendan los economistas para sustentar el pleno desarrollo.
Pero, contrario al caso de la CSS que no puede esperar más, una decisión innecesariamente apresurada en torno a lo que debemos hacer para mantener la productividad del Canal puede llevar a la solución incorrecta con consecuencias económicas muy onerosas para las futuras generaciones.
Pareciera conveniente, por lo tanto, que en cuanto a la ampliación o modernización radical del Canal mantengamos un paso cauteloso, como, en general, se ha hecho, aunque ocasionalmente se proyecta la impresión de que su junta directiva se agita e intenta proponer prematuramente la construcción de la tercera esclusa.
Creo que hay que estudiar todas las alternativas para la viabilidad continuada de nuestro Canal, incluyendo la de mantener un statu quo a todas luces estupendo, como indican las sumas recaudadas en peaje que son cada año mejores, y los efectos que emanarían de cada una de las posibles mejoras: geográficos, tecnológicos, medio ambientales y financieros, a corto, mediano y largo plazo.
Los panameños queremos confiar que para mantener vigente nuestro Canal no se incurra en una deuda gigantesca improductiva.
De las reflexiones anteriores emana la conclusión de que atender con valentía y buen juicio la crisis del Seguro Social es más urgente en la agenda del actual gobierno que la modernización del Canal; y que cualquier cambio importante en nuestra vía acuática, que evidentemente viene funcionando requetebién, aunque es una preocupación válida y vigente, debe seguir su proceso de estudios: a la espera de que surja la respuesta absolutamente clara.