El diccionario de la RAE (que ni puede imponer ni impone nada, sólo recoger y animar al buen uso de la lengua), ofrece cuatro acepciones para “cinismo”: desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables; impudencia, obscenidad descarada; en filosofía, doctrina de los cínicos, que expresa desprecio hacia las convenciones sociales y las normas y valores morales; en desuso, afectación de desaseo y grosería. ¿Adivinen de qué oficio hablamos? Sí, el de diputado.
En estas semanas, la pobrecita Yanibel y Benicio el del beis, han representado todas las acepciones del término, excepto el desaseo, quizás, pero hasta acá huelen a turbio. Estos seres califican perfectamente para el oficio. Invocar los orígenes para llamarse “pobre” e introducir la lucha de clase en sus tejemanejes, o decir que “no voy a permitir que me quiten mis derechos. El pueblo me eligió para que yo lo represente dignamente y no como cualquier trabajador”, es tener poca vergüenza, es una obscenidad descarada, es expresar desprecio hacia los valores y es grosero.
Y reparen en el hecho de que son de colores políticos distintos, pero vinculados, como casi todos los que componen esa Asamblea, por un color común: el del dinero. Queda claro que los que los defienden, pretenden hacer lo mismo cuando lleguen al poder. Porque no es posible que ningún panameño de bien, justifique semejantes barbaridades, cómo lo de la grama más cara del mundo, o un centro de alto rendimiento de béisbol, como si no necesitáramos con urgencia alto rendimiento en salud y educación (ya dijo Benicio que “la educación no aporta nada al fisco”).
Más vale que los identifiquen y no les voten. Ya han robado bastante y están dispuestos a usar, para perpetuarse en el poder, la mismísima constitución, mientras la gente pelea pendejadas por las redes. Ya ven la cara dura que tienen. No les vuelvan a votar, se merecen todo nuestro desprecio y que les.
El autor es escritor