Novela

Un Quijote iberoamericano y panameño

Un Quijote iberoamericano y panameño


En agosto del año 2019, llegó una invitación de la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura. A mi oficina en el Ministerio de Cultura, llegan variadas invitaciones para participar en proyectos o programas que vienen de agentes externos que, ya sea para buscar asesorías pedagógicas en torno a la lectura o para participar en acciones puntuales ya diseñadas con el objetivo de promover la cultura de la lectura. Casi siempre acepto con gusto, aunque algunas no encajan con las ideas que tengo de lo que es hacer gestión cultural desde la lectura o, simplemente, no son exactamente lo que yo llamaría promoción de la lectura.

Esta invitación de la OEI la acepté con entusiasmo porque me pareció un desafío divertido y que sería toda una experiencia. El proyecto se llamaba “El Quijote Iberoamericano” (El Quinto Quijote) y consistía en la elaboración de un proyecto colaborativo de una novela en capítulos por niños, protagonizada por Don Quijote y Sancho Panza, imaginada y escrita por el alumnado de primaria, bajo la dirección de sus profesores y con la tutela de un escritor (la carta decía un escritor de reconocido prestigio). Aunque no soy un escritor que merece esos adjetivos, acepté el reto, porque son los desafíos que prometen.

La escuela elegida para el proyecto fue el Centro Educativo de Formación Integral Nuestra Señora de la Merced, que se encuentra en el barrio de El Chorrillo. La maestra que caminó conmigo como escudera en esta aventura fue Denis Montbeliard, sin la que no hubiera podido trabajar porque ella conoce a sus chicos, los organizó y les dio el seguimiento necesario y, sobre todo, donó el tiempo de sus clases para que yo pudiera hacer el taller con los niños; ella fue, de muchas formas, la Dulcinea en esta historia.

El Quinto Quijote Iberoamericano es un proyecto de la OEI y el Ayuntamiento de Alcalá de Henares, y tiene sus antecedentes en otros proyectos basados en la obra de Cervantes: La transcripción manuscrita de la primera parte del Quijote (2005) y La transcripción manuscrita de la segunda parte del Quijote (2015), ambos editados por el ayuntamiento, El Tercer Quijote (2016) y El Cuarto Quijote (2019), estos últimos publicados en edición no comercial por la Editorial Santillana. En El Quinto Quijote participaron 18 centros educativos de ambos continentes. En el cuarto y quinto solo participaron estudiantes alcalaínos; el quinto fue más allá y se amplió el horizonte de la creatividad a cientos de estudiantes iberoamericanos.

El libro tiene una bella portada, que es un collage de las ilustraciones hechas por los mismos niños, una presentación del alcalde de Alcalá de Henares, don Javier Rodríguez Palacios, y palabras de la concejala de Educación de Alcalá de Henares; además de un inteligente prólogo del escritor José María Merino, quien es miembro de la Real Academia Española.

Creo oportuno citar un fragmento del prólogo de Merino: “La alucinación hará que Dulcinea pueda estar trabajando como profesora en algunos de los lugares, que el caballero y su escudero encuentren El Dorado, que se topen con dragones y otros seres misteriosos, pero también que conozcan culturas autóctonas, con sus lenguas propias, y que en el transcurso de la aventura vivan experiencias para ellos distópicas, como viajar en metro o conocer las grandes carreteras cargadas de vehículos motorizados. El viaje permite incluso al lector una conmovedora experiencia más allá de lo literario, que es conocer el nombre de Cleidi Sucely Fuentes Solís, una estudiante guatemalteca que falleció durante el trabajo del grupo que elaboró el capítulo XII”.

Esto demuestra cómo la literatura nos ha unido en un momento en que el mundo está en crisis. A los niños panameños que trabajaron en el capitulo XI no los he vuelto a ver desde que nos separó la pandemia. Leyendo el capítulo que crearon, cuando veo a don Quijote comiendo anillos de maíz con bien me sabe y café de altura, me emociono sobremanera. El capítulo que escribieron ellos se titula “De los sucesos divertidos y extraños del hidalgo don Quijote y su fantasiosa aventura en Panamá y otras cosas dignas de saberse”. El libro es un coro de voces infantiles que unen a sus países a través de la lectura y el libro.

Estoy de acuerdo con José María Merino en que es un acierto pedagógico haber incluido en esta ocasión voces de niños que van más allá del territorio español. Es una forma de integración cultural que construye una narrativa quijotesca que une a nuestros países. “En el libro, las aventuras del Ingenioso Hidalgo y Caballero y de su escudero parten de Alcalá de Henares y, tras atravesar el océano, recorren, después de Portugal, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Brasil -de nuevo en el campo de la lengua portuguesa- Ecuador, Colombia, Panamá, Guatemala, México, la República Dominicana y El Salvador, antes de regresar al punto de salida”, escribe Merino.

El libro es un viaje por la geografía y la cultura de nuestros países de la mano de los niños. Quisiera cerrar compartiendo un fragmento del capítulo que inventaron los niños panameños:

¿Has oído, Sancho? Un palacio de garzas. ¿A quién se le ocurre construir un castillo para pájaros? Seguro que aquel hombre ha de estar muy loco. Y los custodios de ese palacio también, al llamarse SPI. Deben ser las letras de alguna guardia maligna que custodia el palacio.

—Amigo, quiero deciros algo. Siempre he pensado que no estáis bien de la cabeza, pero este país parece estar más patas arriba que vuestra locura —dijo Sancho.

—Descuida, mi fiel escudero. Este mundo es de sombras y apariencias, pero hasta con las sombras y las imágenes extrañas hemos de pelear.

El autor es escritor


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