Regístrate para recibir los titulares de La Prensa en tu correo


El verdadero cambio que se espera

Leyendo la sección Rayuela en el diario La Jornada (México DF, edición del 4 de abril de 2009), he dado con una cita del economista inglés Maynard Keynes, quien decía, respecto a las paradojas de la política, que: “…el problema radica no tanto en desarrollar nuevas ideas como en escapar de las viejas…”.

En Panamá, tenemos la tendencia al uso y abuso del léxico. A tomar una palabra y sacudirla repetidas veces hasta vaciarlas de sentido. A prostituirlas.

Esto es especialmente cierto en el terreno del discurso politiquero, en donde muchos personajes nos tienen acostumbrados a escucharles decir cosas en las que no creen, tales como cuando se ponen a emitir promesas que no tienen ninguna intención de cumplir. O, en el mejor de los casos, a emprender causas sin visión estratégica ni consistencia ni congruencia y de las cuales pronto se retractan sin ningún tipo de escrúpulo, pues les falta eso que conforma la raíz última de la acción política efectiva: seriedad y coherencia en los principios, un ideario, una visión de conjunto, un proyecto de país.

Volviendo a la semántica política, una palabra clave como es hoy día el “cambio” y toda la carga de lo que ella encierra (la contundente respuesta social a tanto abuso, desidia, demagogia y descaro del gobierno menguante), no puede ni debe convertirse en una vulgar metáfora, en algo de lo que hoy se habla repetitivamente hasta dejarnos sordos y que mañana termine siendo una alusión en sentido figurado, un espejismo engañoso, una burla histórica más.

Por ello, ese prometido cambio real en el statu quo de Panamá, en nuestra forma de ser gobernados, en los resultados de tal acción, en la clase de país en que vivimos, de ser reales solo podrían provenir de algo realmente nuevo y diferente: del rol protagónico de toda la ciudadanía, involucrada como actriz en una forma directa, participativa y amplia de gobernar, sin clientelismos, sin sectarismos y sin autoritarismos. Esto sí sería un verdadero cambio, una nueva situación que nos ayudaría a crecer como país serio y a definir nuestro rumbo en el concierto global de forma coherente y moderna.

Una serie de medidas que tome o no el nuevo gobierno nos servirían como claros y rápidos indicadores de la verdadera naturaleza del régimen que tendremos (o que padeceremos) durante el quinquenio 2009–2014. Se trata de tomar o no acciones estratégicas, quizás no muy numerosas ni rimbombantes pero sí nuevas, valientes, efectivas y contundentes, en algunos ámbitos que no demandan más que de carácter y honestidad personal, voluntad política y valor ciudadano.

Por ejemplo, es inaceptable creer en ese cambio, si en Panamá no se reforman las leyes electorales, hechas a la medida de los políticos corruptos y de la partidocracia. Hablar de cambio sin sanear radicalmente el Órgano Judicial o sin poner en cintura a las bancadas de los partidos (decapitando sus abusos y privilegios escandalosos) es una tomadura de pelo. Cambio real no puede ser el pasar de un gobierno arbitrario a otro tanto o más autoritario. Hablar de cambio sin detener el desparpajo financiero, el abuso de los grupos de interés, el clientelismo politiquero, las corruptelas gubernamentales y sin abandonar el modelo de endeudamiento público perpetuo, es inconcebible.

Cambio real no es prometer menos botellas, sino eliminar todas las botellas. Es increíble creer en un gobierno del cambio que no se comprometa a auditar a los personeros de los gobiernos anteriores y a perseguir a los ladrones y a meterles en la cárcel. Continuar con esas asquerosas políticas de “Borrón y cuenta nueva” o “Una mano lavando a la otra” o de arreglos politiqueros de antecámara, no representan cambio real alguno sino más de lo mismo. Y sobre todo, lo único que podría cambiar este país para mejor sería tener carácter suficiente como para asumir la responsabilidad histórica de convocar una asamblea constituyente originaria. ¿Podemos esperar ir esta dirección? ¿O no?

A estas alturas, todos sabemos lo que sucederá después del 3 de mayo de 2009: habrá un gobierno de signo diferente al actual. Transitaremos de las certidumbres de un gobierno fracasado y abominable a la incertidumbre de un gobierno heterogéneo, con una enorme carga de apetitos a cuestas, surgido luego de un ciclo bochornoso de canibalismo interno, plagado de heridas por restañar, con un programa inescrutable y repleto de inconsistencias, con un alto riesgo de fracturas tempranas, etcétera...

Pero un gobierno legítimo, al que la gran mayoría de la ciudadanía (incluyéndome a mí mismo) apoyaremos dándole un voto de confianza, dentro de un período probatorio… que no un cheque en blanco ni mucho menos. Queda a por ellos validar, con sus tempranas acciones, el sentido correcto de la palabra “Cambio” o no, con todas sus previsibles (e imprevisibles) consecuencias.



COMENTARIOS


LAS MÁS LEÍDAS

  • Guerra comercial entre Estados Unidos y China añade presión al ya limitado tránsito de GNL por el Canal. Leer más
  • Fiscalía Anticorrupción investiga al director de Migración por presuntas irregularidades en permisos de armas. Leer más
  • Francisco, el segundo papa que visitó Panamá. Leer más
  • Petrolero ruso con bandera panameña es confiscado y trasladado a fondeadero por Alemania. Leer más
  • Ifarhu reanuda este lunes 21 de abril el pago del PASE-U: estos son los lugares. Leer más
  • Descubren construcción privada en zona protegida del Volcán Barú. Leer más
  • DHL Express suspende temporalmente las entregas de paquetes con compras superiores a $800 a consumidores en Estados Unidos. Leer más

Recomendados para ti