No soy arquitecto, pero he notado que desde hace varios años en Panamá tenemos la idea equivocada de que el desarrollo de un país se mide con la altura de sus edificios. Con esta idea, muchas promotoras de proyectos inmobiliarios venden sus proyectos, promocionando que estas quieren crear un “ícono” de la ciudad; es decir, una torre que sirva de referencia para la ciudad, algo así como el Empire State Building en Nueva York.
Sin embargo, muchos de los “íconos” propuestos en los últimos años son diseños que fácilmente podrían estar en Miami o en el Medio Oriente. En este último lugar, la mano de obra casi esclavizada hace que estas extravagancias arquitectónicas sean económicamente viables, lo que las convierte en las pirámides de nuestra época.
Lo que quiero decir es que un ícono para nuestra ciudad debe ser algo más que un “copy/paste”. Debe tener algo que nos identifique como nación y refleje nuestra cultura e historia.
Lamentablemente, nuestro verdadero ícono, el barrio de San Felipe, nuestro Casco Antiguo, está hoy en peligro. El Gobierno, equivocadamente, ha manifestado que los únicos interesados en preservarlo son personas que han hecho inversiones en el barrio y no quieren que estas se vean perjudicadas. Esto es falso.
Yo no tengo propiedades en San Felipe ni represento a nadie que tenga. Soy simplemente un ciudadano preocupado por este pedazo de nuestra ciudad, en el que puedo caminar por las mismas calles y entrar en los mismos edificios de más de cinco generaciones de panameños, y llevarme algo de su historia. San Felipe es parte de nuestra identidad.
Como anécdota, hace unos meses llevé a mi abuelo de más de 90 años a pasear a San Felipe. Él creció en una casa en la Avenida A, a media cuadra de la de su abuelo, en Calle Séptima. El paseo fue una lección de historia, en la que detallaba exactamente cómo era cada una de las casas y edificios.
Hoy es el único lugar de la ciudad en el que tres generaciones pueden compartir sus anécdotas y vivencias. Sería triste que al destruirlo también destruyamos nuestro patrimonio histórico.
Recapacitemos y defendamos el verdadero ícono de nuestra ciudad. Las futuras generaciones lo agradecerán.