Con la globalización de la información cibernética, cualquier viajero está en disposición de averiguar, anticipadamente, los riesgos sanitarios que podría enfrentar en sus destinos aéreos. En mi columna dominical anterior, hice alusión al sarampión importado. Quiero compartir, ahora, algunas consideraciones sobre la bacteria del género Escherichia y de la especie coli, popularmente conocida como E. coli.
Este germen es un habitante normal del intestino de humanos y otros animales de sangre caliente. Por regla general, es más beneficioso que perjudicial, participando en la síntesis de vitaminas y en el equilibrio de la flora microbiana comensal. Una minoría de cepas puede causar enfermedad. Los aislamientos peligrosos se clasifican en cinco tipos: EPEC (E. coli enteropatógena), ETEC (E. coli enterotoxigénica), EIEC (E. coli enteroinvasora), EAEC (E. coli enteroagregativa) y EHEC (E. coli enterohemorrágica). Todas estas variedades inducen evacuaciones diarreicas de características diferentes y pueden generar complicaciones importantes. Las más relevantes para el viajero son la ETEC, que ocasiona la diarrea del turista, particularmente en los pasajeros que visitan México (“la venganza de Montezuma”) u otros países de Centroamérica, y la EHEC, de reciente protagonismo. La EHEC también se denomina STEC en textos científicos, término que denota la producción de una toxina tipo Shiga, idéntica a la fabricada por la bacteria Shigella.
La EHEC provoca calambres abdominales y una diarrea que inicialmente es acuosa, pero que después puede tornarse sanguinolenta. La vasta mayoría de pacientes se recupera rápidamente de manera espontánea, bebiendo líquidos para evitar la deshidratación. Aproximadamente, un 5-20% de los afectados, particularmente niños y ancianos, desarrolla la complicación más temida, el síndrome urémico-hemolítico (SUH). Los órganos usualmente involucrados son el riñón (falla renal aguda), el sistema sanguíneo (disminución de plaquetas, destrucción masiva de glóbulos rojos y hemorragias diversas) y, ocasionalmente, el cerebro. La letalidad varía entre el 1-10%, dependiendo de la severidad de la infección, la rapidez de atención médica y las medidas terapéuticas implementadas en el hospital. Hasta la fecha, en el brote actual, se han reportado más de 3 mil personas con infección por EHEC, de las cuales 760 (25%) han desarrollado el SUH y 30 han fallecido (~1%).
El SUH, provocado por la EHEC, no es una afección nueva. Lo único novedoso de este brote es que afecta principalmente mujeres entre 20-49 años de edad y que la cepa involucrada parece ser un clon de una EAEC que ha recibido transferencia de genes en sus antígenos (componentes) somático y flagelar (acuñados con las letras O y H, respectivamente). Es decir, en lugar de ser la cepa tradicional EHEC O157:H7, se ha identificado una EAEC O104:H4, que libera más toxina y exhibe resistencia a múltiples antibióticos. Esta enfermedad fue descrita desde hace medio siglo y presenta una distribución mundial. Ocurre en forma epidémica o esporádica. En el Hospital del Niño y, probablemente, en otros nosocomios panameños, han habido casos aislados en el pasado. Varios brotes de SUH han sido notificados años atrás en individuos que visitan zoológicos o que ingieren pepinos, hamburguesas, agua de parques, salchichas, salami, frutas, repollos, leche no pasteurizada, sidra o jugo de manzana, presumiblemente contaminados con excremento de personas o animales.
Este tipo de contagio traduce falta de higiene en el procesamiento, elaboración, transporte, preparación, lavado o cocción de los productos mencionados. La exposición a individuos enfermos es otra vía alterna de adquisición, ya que la bacteria puede excretarse en las heces por 1-2 semanas después de la infección. La higiene personal y el lavado frecuente de manos es crucial para evitar su propagación.
¿Cuán probable es que el brote se extienda a Panamá? Se ha reportado la infección (3% del total) entre turistas europeos y norteamericanos pero, a mi juicio, es muy poco posible su llegada a suelo patrio. Aunque la fuente original de esta variedad de E. coli no ha podido ser dilucidada todavía, todo apunta a hortalizas cultivadas en el norte de Alemania y dispensadas a comercios locales. Con medidas simples de limpieza de frutas o vegetales, cocción de carnes (>70ºC) y lavado riguroso de manos, la transmisión debe limitarse con prontitud.
Si bien pueden aparecer más enfermos por exposición directa a personas afectadas, esta forma de propagación es poco efectiva y tiende a desaparecer en corto plazo.
Las estrategias sanitarias deben dirigirse a vigilar la entrada de productos agrícolas o cárnicos de procedencia germánica (importación que intuyo nula o mínima) y de turistas que hayan visitado esa región o que hayan estado en contacto con casos documentados.
Como ven, esta vez, podemos estar tranquilos. No obstante, hay que estar atentos porque en cualquier momento aparece otra alerta sanitaria. Recordemos que la salud es un período breve entre episodios de enfermedad. La prevención, por tanto, es la actitud ideal. Tristemente, es lo que menos practicamos.