Caleta: palabra usada en Colombia y Venezuela para designar lugares donde se esconde algo. El descubrimiento reciente de escondrijos de dinero en cantidades enormes en un área rural de Colón, que supuestamente pertenece a personas vinculadas al tráfico ilegal de narcóticos, ha puesto a la moda la palabra y ha hecho evidente la magnitud del negocio y una de las formas de esconder sus réditos. Una de las formas, porque los narcotraficantes y otros delincuentes tienen diversas formas, otras “caletas”, para esconder el producto de sus delitos.
Panamá necesita saber cuáles son y dónde están las otras “caletas”. Quiénes y por cuenta de quiénes hicieron esos escondrijos y los cuidan. Pero no solo de los narcotraficantes. Faltan las “caletas” del saqueo sistemático e impune del erario como parte de un plan de ataque y un plan de huida que se implementa desde los poderes públicos. Nada que ver con Henry Morgan en el siglo XVIII.
¿Dónde se oculta la magnitud y los beneficiarios de este saqueo? ¿Dónde están las caletas de los atracos que sufren los contribuyentes, los usuarios de bienes y servicios públicos y privados? En fin, el ciudadano común y corriente. ¿Dónde? Las joyas y objetos de arte que se perdieron de los museos; las cuotas patronales dejadas de cobrar por la CSS; las moratorias de pagos de impuestos y otras rentas públicas; los radares comprados a Italia; los impuestos evadidos por organismos religiosos a causa de transacciones de bienes raíces; los terrenos públicos y otros activos nacionales adquiridos a precios irrisorios; los salarios de miles de empleados públicos nacionales, municipales y de otros organismos que no trabajan o lo hacen de manera deficiente; los contratos creados artificiosamente por servicios innecesarios o por precios exagerados; el costo de fallos erróneos, ilegales o arbitrarios, que han generado una responsabilidad de indemnización por el Estado en el ámbito nacional o internacional; el descuido criminal en el seguimiento de inversiones públicas que se han perdido o encarecido; el recibo de comisiones ilegales que permiten aumentos fraudulentos del costo de obras públicas, y el costo social y privado de servicios públicos que son prestados nula o deficientemente al ciudadano: salud, educación, transporte, vías de comunicación, agua, iluminación pública, servicios al deporte, protección contra la delincuencia, protección de la propiedad privada. Atracos de cónsules del país en el extranjero; fondos asignados a los partidos políticos; ridículos, costosos e intrascendentes proyectos clientelistas de circo pseudo-folclóricos; construcciones religiosos en un Estado pseudo-laico; viáticos, dietas y gastos de viaje, y consultorías y servicios profesionales ficticios.
Las “caletas” de los médicos y maestros que cobran sin trabajar, de los ingenieros del MOP y de otros funcionarios que no inspeccionas adecuadamente las obras. Billeteros, funcionarios dolosos de la Lotería. Partidos políticos amodorrados por los subsidios, que encubren los delitos o se benefician de ellos, y que no ven ni hablan. ¿Dónde, las “caletas” de los evasores de impuestos, de cuotas de la CSS? ¿Dónde, las “caletas” de organismos gansteriles ligados al transporte público de pasajeros y carga? ¿De los privilegiados empleados del Canal de Panamá, que succionan con salarios estratosféricos la sangre de esa empresa vital para el país? De las “inversiones” de empresarios, delincuentes y otros contribuyentes de las campañas electorales. De las empresas farmacéuticas, de los servicios de médicos privados, personal docente de escuelas públicas, abogados, trabajadores de la construcción e intermediarios de productos alimenticios. De taxistas que llevan impunemente más de un pasajero en sus viajes. De los campesinos e indígenas asesinados o reprimidos en el oriente chiricano. De los asegurados asesinados con dietilenglicol. De los presos que se matan con armas de fuego que nunca se sabe quién y a qué costo, las dejó ingresar en las cárceles. De los criticados fallos de organismos judiciales. De Cemis, Odebrecht, Blue Apple, Valle de Tonosí, parques en pueblos de Coclé, demandas para acallar el diario La Prensa. De los miles de policías y agentes militarizados con dudosos resultados sobre la seguridad pública. De la grotesca, abrumadora y costosa planilla de comisionados y subcomisionados. De los gravosos e ilegales privilegios de jubilación y contratos post-jubilación. ¿En qué lugares, dónde están estas “caletas”? ¿En qué gigantesca “caleta” está guardado el producto del saqueo de Panamá, que hemos descrito? Del robo, como deporte nacional. ¿Cómo podemos revertirla en interés del país y sus ciudadanos?
Por razones de espacio se agota la lista. ¿Podrán encontrarse estas “caletas”? ¿Podrá saberse quiénes no están “encaletados”, porque algunos o muchos en nuestro querido Panamá, no tienen la necesidad de esconder dinero u otros ingresos mal habidos? No necesitan “caletas” e, incluso, hacen gala de ello impunemente. Ofrezca su opinión, estimado lector. Ayude a encontrarlas.
El autor es ciudadano