Desde los 16 años, Jhonny Caballero desarrolló una especie de adicción por los deportes acuáticos. Ahora tiene 37 años y ese vínculo se mantiene tan vivo como aquella primera vez que ingresó con su tabla de bodyboard a las aguas de la bahía de Panamá, específicamente en el área de la comunidad de Boca la Caja, en el corregimiento de San Francisco.
Él sabía que el agua estaba contaminada como consecuencia de décadas de una mala planificación urbana y un pobre sistema de manejo de aguas residuales, las cuales iban a parar a la bahía. Sus amigos de la escuela y personas de su entorno cercano también se lo recordaban con frecuencia.
Pero era joven, quería divertirse y su entusiasmo por ingresar a las olas lo dominaba. “Por momentos veíamos el agua turbia, pero no teníamos miedo a la contaminación. En lo personal nunca tuve problemas en la piel”, subrayó Caballero, quien aún vive en Boca la Caja.
Con el tiempo, relata Caballero, esta disciplina deportiva –que consiste en deslizarse sobre las olas acostado sobre una tabla– tomó más fuerza en la zona y más jóvenes se unieron. Hasta bautizaban las olas: “Nuevo loco”, “Embrujada” o “La zurda”.
Para los años en que este joven comenzó a divertirse sobre las olas (1998), en el país las autoridades del Ministerio de Salud hacían incipientes estudios sobre cómo sanear las aguas de la bahía de Panamá, ante la avanzada contaminación.
Para 2001 arrancó de lleno el Programa de Saneamiento de la Ciudad y la Bahía de Panamá. 18 años después, se tienen los primeros indicadores sobre cómo ha evolucionado la calidad del agua, tanto en las principales cuencas hídricas de la ciudad de Panamá como en algunas áreas marinas donde se ejecuta el proyecto.
Para hacer este análisis el Programa de Saneamiento consideró 50 puntos de monitoreo, de los cuales 30 fueron colocados en los ríos de la ciudad que desaguan en la bahía de Panamá, entre los que destacan: río Matasnillo, Abajo y Matías Hernández. Los otros 20 puntos estaban en la zona marina donde desembocan estos ríos y más allá, casi mar adentro.
Los monitoreos fueron realizados en 2014 y 2018, específicamente luego de que comenzara a operar la planta de tratamiento de aguas residuales en Juan Díaz. Eso daría una idea de la efectividad del saneamiento, tanto en los ríos como en la bahía de Panamá.
Los resultados
Durante la evaluación, la calidad del agua fue categorizada como buena, moderada, mala y pésima. En 2014, según los valores del índice de calidad del agua para los ríos y quebradas, se calificó como “pésima y mala” el agua de un 85% de las estaciones de medición, mientras que el resto (un 15%), como moderada.
Para 2018 la situación varió: el 40% de las estaciones de monitoreo mostraba el agua en el rango de pésimo y malo; el 60% restante fue ubicado en el rango de moderada, detalla el informe del Programa de Saneamiento .
En lo que respecta a los puntos de monitoreo en el área marina de la bahía de Panamá, el documento da cuenta de que entre 2014 y 2018 hubo una mejoría en el “estado ecológico” de las aguas, que está influenciada por las descargas de los ríos y quebradas de la ciudad.
La medición en la bahía de Panamá abarcó casi 30 kilómetros, desde la desembocadura del río Tocumen hasta la desembocadura del río Curundú. En 2014, los resultados indicaron que en el 35.7% de los puntos de medición la calidad del agua era mala y en el 64.2% era moderada. En 2018 pasó a un 13.3% mala, un 60% moderada y 26.6% buena.
Fernando Díaz, Oficina del
Casco Antiguo
El informe concluye que hay una tendencia “positiva” en la recuperación del estado ecológico de los ríos y quebradas de la ciudad de Panamá y del medio marino de la bahía.
Sin embargo, también deja claro que pese a los cambios que experimentó el agua en esos cuatro años, aún no es apta para el uso humano (recreativo) en la mayoría de los puntos, ya que cuando se refieren a calidad moderada es que no representa algún riesgo para la flora y fauna marina pero sí para el ser humano.
“Tal como se ha descrito en los informes de monitoreo, la bahía de Panamá cuenta con un estado ecológico apto para el sostenimiento de la vida acuática, sin embargo, los niveles bacteriológicos incumplen la normativa nacional, para su uso por contacto directo humano”, se lee en el documento al que tuvo acceso este medio.
Algunas de las bacterias presentes en el agua y que fueron analizadas durante la medición son coliformes fecales y enterococos.
El Matasnillo
Conforme al Programa de Saneamiento, los niveles de contaminación que aún se reflejan en la bahía se dan principalmente por el colapso del sistema sanitario aguas arriba del Matasnillo.
La cantidad de estructuras, edificaciones, inmuebles y comercios de gran tamaño cercanos a este río han provocado la situación actual de descargas sanitarias sin tratamiento alguno.
Para brindar una solución a las descargas en este cuerpo de agua está en ejecución una consultoría que incluye efectuar los estudios técnicos y planificar las soluciones definitivas, ya que el sistema sanitario existente –que data de los años 1950– presenta “dificultades de acceso” para efectuar reparaciones, conexiones y mejoras.
El alcance de las obras a desarrollar en la cuenca de Matasnillo abarca soluciones sanitarias a los sectores de Dos Mares, parte de El Dorado, El Ingenio, Villa Cáceres, Miraflores, Hato Pintado, Carrasquilla, Parque Recreativo Omar Torrijos, El Paical, área bancaria, y parte del sector de San Francisco.
Tomás Sosa, Municipio de Panamá
En el caso del Matasnillo, durante la evaluación de su calidad de agua se colocaron dos estaciones de medición. En 2014 sus aguas estaban en el rango de pésima y mala, y en 2018 pasaron a mala y moderada.
Las playas
El tema del saneamiento ha retomado vigencia luego del anuncio del Municipio de Panamá de que prevé recuperar las playas de la bahía, específicamente entre las zonas de Paitilla, San Francisco y el Mercado de Marisco.
Representantes de ese gobierno local y del Programa de Saneamiento ya tuvieron los primeros acercamientos para hablar del proyecto. De hecho, la Alcaldía señaló que el plan de saneamiento es “vital” para reacondicionar la playa, y más si se aspira a que las familias puedan volver a bañarse en ellas.
Tomás Sosa, responsable por el Municipio de esta obra, explicó que se limpiarán los sedimentos que se han acumulado por años en el fondo de la bahía. “Todos esos estudios se están ejecutando”, apuntó.
Sobre el relleno de playa que se requerirá para el rescate, especificó que la arena será tomada, por succión, de bancos de arena que están a entre 12 y 15 kilómetros mar afuera, y se bombeará sobre los tramos ya anunciados, es decir, desde el Mercado de Marisco hasta Paitilla.
Además, la Alcaldía informó que en los próximos días estará presentando el estudio de impacto ambiental relacionado con la obra.
El Casco Antiguo
Pese a que el proyecto de la Alcaldía de Panamá no se menciona aún el Casco Antiguo, en San Felipe, Fernando Díaz Jaramillo, director de la Oficina del Casco Antiguo, indicó que el lugar cuenta con cinco playas, una de las cuales es sitio de anidamiento de tortugas.
Díaz Jaramillo explicó que una de las playas, conocida como Santo Domingo, todavía es utilizada para hacer deporte y otras actividades recreativas.
“Esta administración de la Oficina del Casco Antiguo va a retomar los contactos con las instituciones involucradas, en este caso el Programa de Saneamiento, para validar los niveles de contaminación que tienen las playas del Casco Antiguo”, acotó.
Finalmente, dijo que las playas del Casco Antiguo tienen un nivel de contaminación menor, aunque reconoció que los desechos impactan el sitio. “Estas playas son sitios que se pueden rescatar no solo para la comunidad sino también para los visitantes”, concluyó.