Durante la sesión ordinaria del Consejo permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA), celebrada ayer en Washington, el embajador panameño ante el organismo, Arturo Vallarino, dio su último discurso.
Vallarino dijo que su gestión al frente de la misión panameña le sirvió para “reverdecer” principios de derechos humanos, “tan caros para los panameños porque tuvimos un tiempo en que los perdimos”, expresó.
Señaló, además, respecto al fin de su gestión, que cuando hay cambio de gobierno “hay que presentar la renuncia al cargo”.
Durante la sesión, los embajadores presentes despidieron a Vallarino, calificándolo de “maestro” y de “Quijote” en la lucha por los derechos humanos del hemisferio, los diplomáticos, incluidos los venezolanos, evitaron los temas polémicos. El embajador nicaragüense solo recalcó los “encendidos matices y altos decibeles” de Vallarino.
En cuanto a la iniciativa panameña que pidió la intervención de la OEA, luego que la violencia política alcanzara su punto álgido en Venezuela, Vallarino la calificó como uno de los retos de los que se siente más orgulloso, “incluso sabiendo la posición de la mayoría de los Estados miembros”, que le fue contraria.
Vallarino afirmó que la crisis del país suramericano le brindó a Panamá la oportunidad de empezar un debate continental, “sin segundas intenciones, sin desconocer la legitimidad del Gobierno venezolano”, ni intentar “que hubiese un quiebre del orden constitucional”.
El diplomático aclaró que “lo único que impulsaba la posición de Panamá en ese caso es que todas las personas puedan “vivir con dignidad”. Recalcó que sus acciones al frente de la delegación panameña lograron llamar la atención del continente y han servido para que se le dé seguimiento” al tema venezolano.
Pese a que cree en los avances de la OEA, Vallarino espera que se emprendan reformas “para adecuarla a los tiempos actuales” y poder responder a los millones de ciudadanos de las Américas.
