Bolivia inició ayer su tercera semana de protestas y bloqueos de calles, tras una distensión el fin de semana en demanda de la renuncia del presidente Evo Morales, reelecto para un cuarto período en los cuestionados comicios del 20 de octubre.
Los bloqueos de calles arreciaron en La Paz, mientras la región oriental de Santa Cruz, la más rica de Bolivia y bastión opositor, se mantenía en paro total.
El jefe del Comité Cívico de Santa Cruz, Luis F. Camacho, lanzó el sábado un ultimátum para que Morales renunciara antes del 4 de noviembre, con la amenaza de incrementar las acciones de presión en su contra.
“Vamos a sacarlo [a Morales] con un pueblo movilizado en las calles sin una sola bala”, declaró Camacho en un mitin multitudinario el domingo en la noche, en el que propuso que la jueza del Tribunal Supremo de Justicia, María Cristina Díaz, asuma como presidenta provisional de Bolivia.
Camacho también lanzó el sábado un llamado a los militares bolivianos para que se colocaran “al lado del pueblo”, lo que llevó a Morales a afirmar el domingo que sus rivales quieren “muertos”.
Las Fuerzas Armadas se han mantenido al margen de este conflicto político.
Morales viene denunciando que la oposición intenta darle un “golpe de Estado”.