Comunidades del circuito 8-2, en Capira, por estos días son objeto del apetito político de los representantes de la zona, y de la actual diputada del área, Yanibel Ábrego, actual presidenta de la Asamblea Nacional y quien el próximo 5 de mayo buscará la reelección.
Camiones cargados con materiales de construcción, bolsas de comida y otros enseres circulan día y noche por poblados en áreas montañosas y de la cabecera.
Moradores de El Cacao, El Chileno, Bajo Bonito y Ollas Arribas, entre otras comunidades, hablaron con este medio y dejaron al descubierto la infalible fórmula de entregar prebendas para captar votos a través de las juntas comunales.
Se trata de comunidades que viven en medio de la pobreza y el abandono estatal.
El clientelismo, la tradición que alimenta un feudo político
Es un feudo moldeado a la medida: tierras, vasallos y dádivas.
En el circuito 8-2, Capira, en Panamá Oeste, hay banderas del partido Cambio Democrático (CD) como parcelas de arroz. Parecen marcar territorio. Intentan decirle a la gente quién manda en esa área de Panamá Oeste, donde al menos 33 mil personas podrán votar en las elecciones del 5 de mayo.
De camino a El Cacao, el corregimiento que en 2014 saltó a la fama porque su junta comunal administró millones de dólares en partidas secretas de la diputada Yanibel Ábrego, las banderas de CD a veces se camuflan con el verde de las montañas. Pobladores de las comunidades narran que es una manera de darle la bienvenida a “la patrona”, a “santa Yanibel”, como le llaman algunos para que no quede duda de quién es la que manda.
Porque así como fue a Cirí de los Sotos el domingo pasado, la comunidad donde sus activistas lincharon al periodista de Claramente, “la patrona”, también ha visitado otros poblados apartados de Capira, como parte de sus correrías políticas.
No llega con las manos vacías. En cada reunión se aparece con regalos, por lo general, bolsas de comida. Para obtenerlas se necesitan dos cosas: estar en la reunión y anotarse en una lista con nombre y cédula.
Y como la maquinaria para adquirir lealtades y buscar votos tiene que seguir funcionando con ella o sin ella, para eso están los representantes de corregimiento. Once de los 13 representantes de Capira son CD, leales a la diputada. Los otros dos pertenecen al Partido Revolucionario Democrático, y según los propios lugareños, también le hacen guiño a “Yanibel”. Son un eslabón importante en la cadena. Y eso lo saben los propios capireños.
Materiales a la carta
María Meza tiene 63 años y vive en El Cruce de Cerro Trinidad, a pocos minutos de El Cacao. Se conoce como pocas la ecuación que sostiene la cadena clientelar entre la junta comunal y “la patrona”, porque en algún momento de su vida formó parte de ella. Periódicamente, asegura, el representante de El Cacao, Tomás Herrera, va a Capira cabecera a buscar los materiales de construcción que le provee Ábrego. No se molesta en ocultarlos. Los pone frente a la vista de todos, a pocos pasos de la puerta principal de la junta comunal.
-¿Con qué criterio distribuye?
“Él no los distribuye como debe ser porque le da al que le conviene. No al que verdaderamente los necesita. Hay personas que reciben una, dos y tres veces. Yo hallo que eso no debe ser así. Le da a los activistas; son como 40”.
-¿Qué tipo de materiales son?
“Cinc, cemento, arena, piedra, varillas de hierro y bloques”.
-¿A cambio de qué?
“Con el propósito de que la gente vote con ella y con él”.
María también cuenta que nunca faltan las bolsas de comida de Yanibel. Cada una tiene arroz, macarrones, crema, azúcar, sal, tunas, aceites. “De cada cosa un poquito”.
Dimas Medina tiene 42 años, vive en El Chileno, otro poblado cerca de El Cacao. Se gana la vida cultivando perejil, culantro, guineo y otoe. No ha tenido suerte en la ruleta de la “repartidera”. “Yo pedí. Este servidor que está aquí, humilde campesino agricultor, pidió dos machetes, dos limas y dos litros de paraquat, y hasta el sol que nos alumbra no me han llegado. Me dijeron: ‘dentro de 15 días venga que le vamos a apoyar. Yo estoy esperando ese apoyo”, narra.
En su memoria tiene fresca la escena del día en que “la patrona” visitó El Chileno.
“En estos días fue la diputada a dar bolsas de comida y cada uno tenía que dar número de cédula. ¿Por qué razón?”, se pregunta con cara de pocos amigos.
Dimas se queja del “pésimo” estado de las carreteras, condición que les impide sacar sus cultivos a tiempo. De que no tienen viviendas dignas y de la falta de un buen centro de salud.
De acuerdo con el Mapa de Pobreza y Desigualdad de Panamá, que publicó el Ministerio de Economía y Finanzas en 2017, 2 mil 69 de los 5 mil 679 habitantes de El Cacao viven en la pobreza.
Bajo Bonito, a 25 de minutos en vehículo de El Cacao, es testimonio de ese montón de estadísticas. Para llegar allá hay que tener carro 4x4 y, si no, hay que caminar.
Se pasa por pendientes que generan vértigo, caminos pedregosos y llenos de huecos, y cuando se piensa que ya llegó, hay que atravesar el río Cirí Grande. En la época lluviosa es peor. Los carros se quedan atascados en el lodo y muchas veces el pueblo queda aislado cuando el río se sale de su cauce.
Allí vive Saturnina Morán, de 62 años, y quien junto a varios de sus vecinos se sostiene con una pequeña productora de culantro.
No cree en ningún político. Ni en el presidente Juan Carlos Varela, ni en “Yanibel”, ni en el representante. Hace pocos días vio cómo sus vecinos se desplazaron hasta El Cacao a buscar los materiales de construcción que están repartiendo a cambio de votos. “Nunca he sido allegada al representante y él lo sabe porque eso no me gusta [recibir dádivas en época de campaña], él engaña a la gente y le promete materiales para que voten con él. Ya no debemos caer en el juega vivo de eso”. Aprovecha para informar que la escuelita del pueblo no tiene profesor y que cuando se enferma alguien tienen que sacarlo en una hamaca, porque de otra manera tienen que contratar un carro que los lleve hasta Capira y eso cuesta entre $80 y $100.
Se trata de una comunidad que manejó más de $3 millones en concepto de partidas circuitales. En una entrevista que Ábrego concedió a este diario en julio 2016, se le consultó por los millones que ella transfirió a la Junta Comunal de El Cacao. Ella contestó que ese dinero se usó para gestionar obras.
Bajo Bonito también es la tierra de Silviano Cárdenas, de 57 años. Es el presidente de los productores de culantro del pueblo. Es otro de los que habla de la repartidera de bloques, de cemento y de hojas de cinc. Cuenta que su esposa vio al representante entregando bolsas de comida, que “seguramente las consiguió la diputada”.
“Es algo penoso [...] Eso es pan para hoy, hambre para mañana”.
Este medio fue a la Junta Comunal de El Cacao para intentar hablar con Herrera y de esa manera obtener su versión. Una joven que estaba sentada frente a un escritorio respondió que “estaba en Capira”.
La guarida
En el circuito 8-2 casi todo el mundo sabe cuál es la ubicación del santuario de los materiales. Está en un área conocida como Santa Rosa, a varios minutos del parque central de Capira (cabecera) y a pocos metros de las sedes de varias entidades oficiales.
Hay que pasar un puente y poner los ojos hacia la mano derecha del camino. Es una sencilla construcción de color crema, con ventanas francesas de color blanco. Al lado tiene una galera que funciona como depósito de materiales.
Cuando este medio pasó por allí, frente a la casa estaba estacionado un camión rotulado con un anuncio político de Jorge Ramos, el candidato a alcalde de Capira, pariente de Ábrego.
Todo queda en familia. Así se mantiene un feudo.