La acción dura menos de 10 segundos. Agitando banderas de rayas azul y blanco, un grupo de jóvenes, mujeres incluidas, se lanza de manera imprevista a las calles, interrumpiendo por segundos el tráfico, mientras los conductores hacen sonar las bocinas de sus autos
Son los llamados “piquetes exprés”, una forma de protesta que se viene dando con mayor frecuencia en Managua, la capital de Nicaragua, como respuesta a la prohibición que pesa sobre las marchas que contradigan la política del gobierno dictatorial de Daniel Ortega.
Cuando alcanzan las aceras, los participantes en los “piquetes exprés”, dejan oír su voz: “Libertad, libertad”, “¿Quién dijo miedo?, nadie”.
Desde septiembre pasado, cuando se declararon ilegales las protestas opositoras, la Policía ha negado permiso de manifestarse a organizaciones cívicas y políticas y ha reprimido fuertemente la presencia de opositores en las calles.
Carlos Fernando Chamorro
Periodista.
Este fin de semana los “piquetes exprés” se efectuaron en diversas avenidas nicaragüenses, pese a la fuerte presencia de las fuerzas de la Dirección de Operaciones Especiales de la Policía Nacional, según reportaron los medios nicaragüenses.
La dictadura de Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, ha hecho oídos sordos a las sugerencias de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que en diversas ocasiones ha instado a garantizar el derecho a la protesta y a la manifestación pública.
El organismo internacional ha dicho que en Nicaragua persisten particularmente las detenciones ilegales, el impedimento de toda forma de manifestación o protesta social, la negativa al restablecimiento de la personería jurídica a organizaciones civiles, así como el recrudecimiento de la represión en contra de las personas privadas de libertad.
La crisis estalló con protestas estudiantiles que se multiplicaron tras la violenta acción de la Policía y paramilitares contra los manifestantes civiles, que dejó 325 muertos, 2 mil heridos y al menos 52 mil exiliados, según la CIDH.
Diálogo fallido
La democratización del país y el adelanto de las elecciones de 2021 son los dos grandes escollos que han dado al traste con un diálogo que ponga fin a la crisis que vive esta nación centroamericana.
Esos temas eran claves para evitar las sanciones internacionales que pesan sobre la administración de Ortega, un exguerrillero izquierdista de 73 años de edad que gobierna desde hace 12 años bajo acusaciones de nepotismo, corrupción y totalitarismo, que le achaca la oposición.
“Las partes en este momento han tomado una pausa para la reflexión, para madurar sus posiciones, tratar de superar las dificultades y encontrarse lo antes posible para discutir eventuales nuevas propuestas para concluir las negociaciones”, sostuvo Waldemar Stanislaw Sommertag, nuncio apostólico en Nicaragua.
Vilma Núñez, directora del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, dijo el viernes que “no tenía confianza” en Ortega para alcanzar ningún acuerdo. “No es posible negociar con él”, afirmó.
(Con información de ‘La Prensa’, ‘El Nuevo Diario’, AFP, AP)