Ganaron Nito Cortizo y el PRD pues, aunque el triunfo lo obtuvo por un margen estrecho, el partido se hizo de la Presidencia de la República, de la Alcaldía capitalina y de una mayoría en la Asamblea Nacional. El PRD aprendió de las lecciones del pasado y “unió fuerzas” en torno a un candidato de talante conciliador y con un historial sin picos, pero tampoco manchas.
Cortizo gana con el 33.11% de los votos emitidos, es decir, 624 mil 316, lo que representa 60 mil 316 por encima del total de adherentes (564 mil) de su partido, el PRD.
El otro ganador fue Rómulo Roux. Tras vencer en las primarias, tomó las riendas del CD y, ya en campaña, administró el patrimonio político del Loco de manera magistral: logró que sus votantes lo asociaran con “lo bueno” que se supone tuvo la administración Martinelli, al tiempo que se distanciaba de lo negativo. Llevó una campaña ágil que, a pesar de arrastrar tantos esqueletos, atrajo a una parte del voto joven. Con 585 mil 462 votos votos obtenidos, Roux superó por 234 mil 462 al número de adherentes de su partido (351 mil).
Ricardo Lombana es, posiblemente, el gran ganador de la jornada. Con un discurso pro valores democráticos, una campaña desprovista de promesas clientelistas y un presupuesto de dinero público que no alcanzaba los 200 mil dólares (comparado con 12.38 millones y 11.41 millones de dólares otorgados al PRD y al CD, respectivamente) el candidato independiente capturó el 19.27% de los votos, casi el doble de los alcanzados por el candidato oficialista.
En cuanto a los perdedores, el gran derrotado fue José Isabel Blandón. El candidato del panameñismo obtuvo el 10.49% de los votos, es decir, 197 mil 910. La cifra es baja si se toma en cuenta que en 2014 Varela ganó con 724 mil votos, que el partido dispuso de 9 millones en financiamiento público y que la membresía del partido supera los 350 mil. El electorado castigó con fuerza al partido gobernante, evidente en el hecho de que José Luis Varela, hermano del presidente y veterano diputado de Pesé, perdió la curul que tenía desde hacía décadas. Además, el oficialista hizo una campaña errática: empezó tomando distancia de Varela para presentarse como una suerte de candidato independiente, para luego acercarse, cuando ya muchos habían encontrado refugio en otras toldas, incluidas las de los independientes.
El otro gran perdedor es Saúl Méndez, del FAD. Este partido manejó uno y medio millón de dólares de financiamiento público, un monto 10 veces superior al que manejó Lombana, y obtuvo 0.67% del total de votos, equivalente a 12 mil 587. Esto representa la tercera parte de la membresía del partido y menos del 1% del total de afiliados del Sindicato Único de Trabajadores de la Construcción (Suntracs) del que es secretario general. Su fracaso es tan aparatoso que es muy probable que el partido desaparezca.
También ganó la democracia. Desde el gobierno, no se impusieron ni apoyaron candidaturas; y las reformas electorales trajeron beneficios obvios, como una campaña más corta y menos onerosa y, al menos en teoría (las cuentas no se han revelando aún), más transparente. También hay que reconocer que, entre la mayoría de los contendores, se mantuvieron los mínimos de respeto y caballerosidad.