Panamá enfrenta una realidad amarga: todavía hay 400 mil personas que sufren de hambre, al tiempo que el Estado premia a un sector productivo con subsidios que no incentivan a nada.
Julio Berdegué, representante para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), por sus siglas en inglés), habló con este diario sobre las distorsiones de la cadena alimentaria, los peligros de un sector que no logra ser eficiente y la mala nutrición de la población.
“En América Latina y en Panamá, en las políticas agrícolas estamos llenos de subsidios tontos”, recalcó.
Se refirió a América Latina como una región a la que no le hace falta comida. “Todos pudiésemos comer bien y sano, pero hay desigualdad. Los que están padeciendo hambre es por la falta de acceso a compra de alimentos. Todavía hay 400 mil panameños con hambre. El 9.3% de la población se acuesta sin comer”, dijo. Admitió avances, pero advirtió del peligro de no cumplir con las metas de erradicar el hambre en 2030.
MENOS ‘REGALITOS’ ACTIVARÁN EL AGRO
Medir únicamente con obras de infraestructura el desarrollo de un país reduce la relevancia de índices económicos clave, como sucede con los de la agricultura y la subsecuente reducción del hambre.
De paso por Panamá, Julio Berdegué, representante para América Latina y el Caribe de la FAO, da una mirada integral, combinada, de los fenómenos de la deficiente producción de alimentos y malnutrición en la región y en Panamá.
¿Qué puede hacerse para reactivar la producción de alimentos en Panamá?
Para producir más, los agricultores necesitan un entorno económico que les genere los incentivos necesarios para tomar los riesgos de una actividad riesgosa como la agricultura. Hay que crear un mejor entorno a través de políticas públicas y no mediante subsidios a los precios, que ya sabemos que no funcionan. Mejores infraestructuras, mejores rutas y vías. Más sistemas de asistencia técnica. Más inversión en investigación y en riego. Menos regalitos a uno y al otro, y mucha más inversión en los bienes públicos.
¿Son favorables los subsidios en el sector agropecuario?
Hay subsidios inteligentes y subsidios tontos. En América Latina y en Panamá, en las políticas agrícolas estamos llenos de subsidios tontos. Subsidios que no incentivan a nada. Productores que no hacen el esfuerzo, porque se les da una retribución económica, porque tienen el poder para protestar. Pero no cambian su conducta, no aumentan productividad, no pagan mejores sueldos a sus trabajadores. Papá Estado me resuelve.
¿En qué áreas debe enfocar Panamá sus esfuerzos para aumentar la producción de alimentos?
Hay que recuperar las hectáreas productivas. Hacer un uso eficiente del agua y de los recursos. Emplear las tecnologías más eficientes. Panamá tiene4 millones de hectáreas de bosques y 2 millones de hectáreas listas para producir.
¿Qué hay de la relación que existe entre la producción de alimentos y el cambio climático?
El cambio climático es la nueva realidad de la producción [agrícola]. Hay casi que reinventar la agricultura. Necesitamos que [la producción] siga funcionando con estas variaciones enormes. Se requiere del uso del agua más eficiente. Estamos utilizando el 70% del agua fresca en la agricultura y eso es insostenible. Se requiere producir más alimentos con menos agua. No solo es tecnología. Tener nuevas formas de organización. Las plagas están cambiando las zonas de cultivos. Es un esfuerzo colectivo.
¿Cuál es su valoración sobre la importación de alimentos a un país en la época de cosecha?
Sin el comercio internacional de alimentos, la seguridad alimentaria es casi imposible. El comercio internacional de alimentos es parte de la solución de los problemas del hambre. Pero este comercio debe estar regido por reglas acordadas con los países del mundo y no reglas impuestas por los que tienen más poder económico. La fuerza económica no puede ser el mecanismo para establecer las reglas. Estas reglas se deben definir en el bien común y no en los intereses particulares de un grupo determinado.
En malnutrición, ¿qué responsabilidad cae a los países desarrollados exportadores de alimentos a América Latina?
El tipo de alimentos que se comercializa es parte del problema. Las reglas del comercio deben considerar los efectos en la salud. Ojo: no todos los alimentos ultraprocesados son malos. Aquí no es un problema de los alimentos frescos frente a los procesados.
¿Qué papel juegan las mujeres en el campo?
Son seres humanos expresando su potencial a plenitud. Personas autónomas que contribuyen con sus familias y comunidades. Pero en la realidad tienen un papel subvalorado, arrinconado y con pocas oportunidades. Viven con grandes carencias y restricciones.
¿Qué vinculación existe entre la migración y el aumento del hambre?
La migración es consecuencia del hambre. Es una de las causas. La falta de empleo, de oportunidades y de desarrollo. La falta de oportunidades en muchas zonas rurales expulsa a la migración. La violencia y el cambio climático también inciden en la migración.
¿Cómo puede garantizarse la seguridad alimentaria en Panamá?
Con mucha voluntad política. Hay muchas cosas que se están haciendo y que pueden hacerse mejor, como la alimentación escolar. Que la primera infancia crezca con una alimentación saludable. En América Latina, no hace falta comida. Todos pudiésemos comer bien y sano, pero hay desigualdad. Los que están padeciendo hambre es por la falta de acceso a compra de alimentos. Todavía hay 400 mil panameños con hambre. El 9.3% de la población se acuesta sin comer.
La región asumió el compromiso de erradicar el hambre cero a 2030. ¿Se logrará la meta?
Esto es como haber venido corriendo un maratón y que en los últimos 100 metros nos empieza a fallar el oxígeno. Nos están faltando las fuerzas y no sé si vamos a llegar a la meta. Este es el tremendo dilema: estando tan cerca, a lo mejor no llegamos.
¿Qué causa este retroceso?
No cabe duda de que nos afectó la crisis económica. Todos los países, incluidos aquellos a los que les ha ido muy bien económicamente, como Panamá, en los últimos años hemos tenido un bajón y eso afecta por muchos lados. Sube el desempleo y los Gobiernos tienen menos recursos para financiar proyectos y programas públicos. No todos los pobres tienen el mismo nivel de pobreza. Se ha atacado la parte menos difícil del problema, y nos va quedando [por ejemplo] el 9.3% de la población en Panamá con hambre, la parte más dura.
Las políticas que nos funcionaron en las partes menos difíciles, cuando llegan a esta fase ya no logran efectos.
¿Qué políticas se requieren para alcanzar la meta de hambre cero?
No se trata de dejar de hacer lo que venía realizándose. Se trata de agregar. Debemos entender que para avanzar contra la pobreza debe abordarse el tema de la desigualdad. No vamos a llegar a cero pobreza si no logramos reducir la desigualdad de género. Si el 70% de las mujeres no participa en el mercado laboral, pues es difícil eliminar la pobreza. Se requiere la inclusión de los pueblos indígenas. Debe mejorarse la calidad de las políticas públicas, no necesariamente gastar más recursos. Las políticas públicas no van en una misma dirección. Es como ir a un mundial y que en nuestro equipo la defensa corra hacia un lado y el delantero vaya hacia otra dirección. Por ejemplo, en zonas rurales, las políticas de infraestructuras deben ir acompañadas de políticas agrícolas.
¿En qué dirección va Panamá ante el compromiso hambre cero en 2030?
Panamá es uno de los países que ha hecho bien la tarea en los últimos 20 años. Es un alumno destacado. Pero, al igual que la región, está perdiendo velocidad. Falta renovar las políticas públicas. Lo positivo es que los gobernantes panameños y la sociedad han logrado mantener estas políticas ante los cambios de gobierno. Sin embargo, se necesita innovar en las herramientas que usamos para reducir la pobreza y el hambre.
Sin embargo, en Panamá la obesidad es una tendencia latente...
Panamá está pésimo en los índices de obesidad. Nos estamos convirtiendo en el continente campeón en obesidad. Estamos abusando de los carbohidratos, azúcar, sal. Alimentos ultraprocesados, y eso es lo más barato. Es escasa la producción de frutas y verduras. Los alimentos sanos son muy costosos. Estamos convirtiéndonos en campeones en obesidad y sobrepeso, porque nuestro sistema alimentario está descompuesto. Es el resultado de los que producimos e importamos.
¿Sucede igual con la población infantil?
Estamos criando niños obesos. La dieta de nuestros niños, rica en azúcar y carbohidratos, los hace candidatos a sufrir de diabetes e hipertensión. Los estamos enfermando.