Son hileras e hileras de historia. Organizadas por tema, por año, por orden alfabético. La historia completa de una república que reposa en los estantes incontables de los Archivos Nacionales y que cuenta, con detalles inimaginables, cómo se construyó este país.
El edificio es monumental. Ocupa un poco menos de la mitad de su cuadra sobre la avenida Perú -frente a la Lotería Nacional de Beneficencia-, mide unos 30 metros de alto, con amplios ventanales y dos columnas en su entrada que parecen subir hasta el cielo y que sostienen el nombre del edificio y, un poco más arriba, el escudo nacional.
En las entrañas del edificio reposan documentos que van desde Justo Arosemena y su visión de un Estado federal, hasta parte de la información desclasificada por Estados Unidos sobre la invasión a Panamá y Manuel Antonio Noriega. Están los edictos, licitaciones, condenas de toda la historia panameña. La cosa pública en tinta y papel.
La entrada del lugar refleja su trascendencia. Es un vestíbulo amplísimo en cuyo centro hay un busto de Belisario Porras, presidente de Panamá en tres oportunidades, en cuya última gestión, de 1920 a 1924, se inauguró este edificio. A sus lados, dos pasillos eternos que contienen la biblioteca, cafetería y sala de exposiciones. Detrás del busto, escaleras anchas para subir hacia los archivos de una nación.
Porras creó en diciembre de 1912, en su primera administración, los Archivos Nacionales. Cuenta Sonia Olivardía, una de las expertas en los documentos que allí reposan, que el presidente tableño quiso resguardar todos los documentos públicos en un solo lugar. “Antes se quedaban un tiempo en la Presidencia y luego los tiraban al mar”, dice con la mirada ilusionada, con emoción por hablar sobre historia. Y entonces Porras inició la construcción de este edificio, casi al mismo tiempo que con la del hospital Santo Tomás. Ambos fueron criticados por su majestuosidad frente a una población incipiente en aquella época. Ambos se quedaron chicos con el pasar de los años.
Por eso la institución, hoy un brazo del Registro Público, tiene otras sedes que ayudan a solucionar un poco el problema de espacio, aunque, según Olivardía, a lo que apuntan es a digitalizar todo lo que tienen para así distribuir de manera más eficiente los documentos que poseen.
El edificio también posee, en su planta baja, una sala de exposiciones y espectáculos. Por ejemplo, es allí donde se han hecho lanzamientos de libros sobre la ciudad. Y es allí donde se alberga actualmente la exposición “Del capricho al disparate”, una colección de grabados realizados originalmente por Francisco de Goya, y luego trabajados por Salvador Dalí. Cada “capricho”, como explica María Hill que se les llama, tiene ambas firmas. Goya los trabajó en blanco y negro, con escenas de la sociedad del siglo XVIII español, casi inocentes. Dalí entonces les añadió referencias del siglo XX, además de color y picardía.
A Hill le gustan algunos grabados, otros le producen cierta incomodidad por sus demonios y sus espíritus oscuros. Pero en general le gusta poder distraerse un poco de los documentos con los dos genios españoles. Cuenta que ha ido mucha gente a ver la exhibición. “La mitad termina decepcionada, pues se esperaba más de Dalí; mientras que la otra mitad no cabe en su cuerpo de la emoción de ver estos grabados”, añade.
La exhibición es abierta al público. Pero más importante aún, los documentos también. En otras palabras, cualquiera puede ir a consultar los detalles más desconocidos de los hechos más importantes del país.
Otros tiempos nacida a inicios de la República
La construcción de la imponente estructura comenzó en 1913 y terminó en 1924, siendo inaugurada el 15 de agosto de ese año. Estuvo a cargo del arquitecto peruano Leonardo Villanueva y costó alrededor de $160 mil.
Institución compleja
Para su funcionamiento, los Archivos Nacionales tienen varios departamentos: el de fondos documentales, descripción y digitalización, acervos gráficos (identificación de la época en fotos) y el laboratorio de conservación.
Un mundo por descubrir
Si bien la consulta de documentos es abierta al público, para poder dar un recorrido a través de todos los departamentos, incluyendo el laboratorio de conservación, hay que llamar con anterioridad y sacar una cita.
Un lugar lleno de historia
Porras escogió para asentar la institución el lugar por el que fluía todo el movimiento de la época: La Exposición. Muy cerca, a unas cuantas cuadras, estaba la casa del propio presidente, un edificio que hoy ocupa la Procuraduría de la Nación.