Quien hoy día se atreva a protestar en las calles o avenidas de Nicaragua adversando a la dictadura de Daniel Ortega tiene garantizadas dos cosas: una tunda de golpes de esos que magullan más allá de la carne, además de un acceso directo, sin trámites, a las mazmorras del régimen.
Pese a esa consabida realidad, una gran parte de la población nicaragüense no ceja hora tras hora en su empeño porque Ortega y su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, abandonen el poder.
La dictadura, que se dice fortalecida, le corta cada día el paso a las voces disidentes, que ahora deberán pedir “permiso” a la Policía cada vez que en las calles quieran expresarse.
Stéphane Dujarric, portavoz de Naciones Unidas, dijo que “es importante, como cuestión de principio, que a la gente se le permita manifestarse libre y pacíficamente. Ese es un derecho básico”.
El domingo, en su homilía, monseñor Silvio Báez señaló que “en Nicaragua hay gente que vende su conciencia y sus principios por dinero”.
“Se han puesto precio. Son cómplices de las desigualdades económicas, la injusticia social y la brutal represión. ¡No le pongamos precio a nuestra conciencia!”, dijo el obispo auxiliar de Managua, palabras que algunos analistas interpretan como un reproche al sector empresarial.
Álvaro Leiva
Activista de derechos humanos.
El prelado también pidió al Gobierno retomar el diálogo para buscarle una salida a la crisis que vive el país, y que ayer lunes llegó a 181 días.
La represión del domingo fue repudiada en un comunicado por el Mercosur, cuyos cancilleres reunidos en Montevideo, Uruguay, la catalogaron de “creciente violencia” e “incompatible” con la democracia.
Ayer también se informó que el Senado de Estados Unidos está listo para aprobar una legislación que imponga sanciones a funcionarios del régimen orteguista y el establecimiento de condiciones a los préstamos internacionales para el Gobierno nica.
Roces diplomáticos y liberación de detenidos
El mandatario costarricense, Carlos Alvarado, manifestó en Twitter “su profunda preocupación” por las capturas de más de 30 personas opositoras en Nicaragua, e hizo un llamado “urgente” al cese inmediato de la represión y detenciones arbitrarias.
Lo anterior no fue bien visto por Nicaragua, que le reclamó a Alvarado guardar relaciones “respetuosas” y de no injerencia.
Las relaciones generalmente tensas por asuntos limítrofes entre ambos países se elevaron tras la detención el domingo de un ciudadano costarricense de origen nicaragüense (Allan Cardero Ocón), durante una redada de 30 personas en una manifestación duramente reprimida.
El diario La Prensa de Nicaragua informó ayer que la policía liberó a los detenidos, entre ellos a liberó este lunes a los manifestantes detenidos. “Uno de los primeros liberados fue el costarricense Allan Cordero Ocón, de 40 años y su esposa, la ciudadana estadounidense Marcela Martínez Guzmán, Ana Lucía Álvarez Vigil, Deysi Tamara Dávila Rivas, Mauricio Ríos, Freddy Ramírez y Sandra Cuadra”, señala.
(Con información de los diarios nicaragüenses ‘La Prensa’, ‘El Nuevo Diario’, AFP y DPA)