Isabel de Saint Malo: La vicepresidenta

Isabel de Saint Malo: La vicepresidenta


A las 7:00 p.m., Isabel Saint Malo culminaba una sesión de fotografías en una suite del piso 15 del hotel Sheraton.

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Isabel de Saint Malo: La vicepresidenta

Vestía un saco negro, con una insignia de polo dorado y una camisa roja de rayas blancas. Afirmó sentirse cansada, aunque insistió que el agotamiento era contrarrestado por la adrenalina.

Ayer se había levantado a las 4:30 a.m., una hora antes de la que usualmente suele despertarse. Eso sí, “algo de ansiedad” la embargaba, dijo; aun así, desayunó.

En su mesa, un café con unas tostadas y queso. “No salgo de mi casa sin desayunar. Soy muy disciplinada”, afirmó, cruzada de piernas en un silla giratoria en la recámara de la suite; total, “una es un ser humano normal y eso es lo que quisiera mostrar, si soy elegida vicepresidenta”, insistió, apelando a la modestia ante lo inminente.

Doce horas antes, Isabel Saint Malo salió con una combinación de blusa azul, un pantalón negro, zancos claros y cartera roja de su residencia en Paitilla, acompañada de su esposo, Omar Alvarado.

Abordó una camioneta dorada hacia el primer destino de su recorrido, el colegio José Antonio Remón Cantera, instituto donde también emitió su voto.

Allí fue abordada por los medios, apabullada por aplausos y seguida por los simpatizantes.

Para eso, pareció haber entrenado una sonrisa de aparencia inagotable, que la acompañó durante las cinco horas en las que recorrió seis institutos educativos. Por logística había eliminado de su agenda dos escuelas en San Miguelito, una en Las Cumbres y una última en Clayton.

Luego de una segunda parada en el Instituto José Dolores Moscote, Saint Malo se dirigió al IPT Don Bosco, donde abundaba el color morado que vestían los adeptos al panameñismo, aunque una cantidad desconocía rotundamente quién era la compañera de fórmula de Juan Carlos Varela.

A pesar de eso, en su balance, no los juzgó: “aquellos que tenían camisetas eran simpatizantes de los diputados. Quizás estaban concentrados en eso”.

 

A aquellos se presenta como “una persona común y corriente; que se abre una ventana de oportunidad para seguir trabajando en los temas nacionales desde un espacio donde tendré un impacto”.

Isabel Saint Malo será la primera mujer vicepresidenta panameña. La primera mujer candidata a la vicepresidencia de Panamá fue Clara González de Behringer, postulada en 1948 por el Partido Liberal Renovador, colectivo fundado por el bisabuelo de Saint Malo, Francisco Arias Paredes, quien impulsó el voto femenino.

Y de Don Bosco a San Francisco, la cuarta parada en la agenda de Isabel Saint Malo fue el concurrido colegio Belisario Porras, en donde se reunió con sus tres hijos; coincidió con la llegada de los perredistas Gerardo Solís y Laurentino Cortizo -con quien estrechó su mano e intercambió una sonrisa-. Un abrazo cálido con Alberto Vallarino y unas palabras con Ramón Fonseca Mora también rompieron con la rutina de saludos a extraños y las peticiones de fotos de quienes se le acercaban.

Es que “toda la vida he sido Isabel. Si siempre fui Isabel, lo seguiré siendo hasta que esto se acabe”, confesó en entrevista a La Prensa, horas antes de acompañar a Varela a celebrar la victoria.

Pasadas las 11:15 a.m., la hoy vicepresidenta electa arribó al convulsionado Instituto América, en Betania, donde coincidió con la llegada de Abdiel Orejitas Celis y Roxana Méndez.

La caravana panameñista tras Saint Malo, integrada por el candidato a diputado Adolfo Beby Valderrama, se encontró con la barra animada que respaldaba a Méndez para un duelo de porras a puro pulmón de “quién apoya más a su candidato”.

Lo que ni Celis, Méndez, ni ninguno de Cambio Democrático advirtió era que Isabel llevaba “tres semanas sintiendo una fuerza tan grande en las calles de que Juan Carlos [Varela] iba a ser el próximo Presidente”.

“El cariño de la gente y su euforia fueron un apoyo muy genuino. Cuando empecé a hacer campaña, luego de mi nominación, sentí que había una cantidad de gente silenciosa, pero de semanas para acá la gente ha dejado de serlo. Esto ha sido una bola de nieve que ha ido creciendo”, dijo.

Finalmente, pasada la 1:00 p.m., antes de recluirse a descansar en su residencia, Isabel Saint Malo recorrió brevemente el Instituto Fermín Naudeau, sin apurar los nervios ante “la enorme responsabilidad frente a la gente que nos ha apoyado” y el reto, en forma de bola de nieve rodante y en aumento, de “dar cuenta de que las cosas pueden ser diferentes” a partir del 1 de julio de 2014.

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