A pocas horas de la Navidad, el presidente peruano, Pedro Pablo Kuczynski, concedió un indulto al encarcelado exmandatario Alberto Fujimori, quien cumplía una condena por el asesinato de 25 peruanos, una decisión que provocó las protestas de organizaciones internacionales por los derechos humanos.
Kuczynski señaló en un comunicado que decidió liberar a Fujimori por “razones humanitarias”, contradiciendo una promesa electoral de 2016, comicios en los que venció a Keiko, la hija de Fujimori, cuyo régimen calificó como una dictadura corrupta.
“Una junta médica oficial ha evaluado al interno y ha determinado que el señor Fujimori padece de una enfermedad progresiva, degenerativa e incurable”, añadió el comunicado.
Analistas consideraron que Kuczynski “intercambió” su permanencia en el poder por la excarcelación de Fujimori, luego de que el jueves el mandatario sobrevivió a una destitución parlamentaria por, supuestamente, ocultar sus vínculos con la compañía constructora brasileña Odebrecht, en la mayor tormenta política del siglo XXI tras confesar millonarios sobornos a políticos y gobernantes a propósito de ganar obras públicas.
El jueves, el presidente evitó la destitución del Parlamento unicameral, dominado por el poderoso partido opositor Fuerza Popular, gracias a los votos de un sector minoritario del fujimorismo ligado al legislador Kenji Fujimori (hermano de Keiko), y a un grupo de la izquierda que lo apoyó para llegar al poder.
El viernes, se confirmó que Alberto Fujimori llamó por teléfono desde prisión a legisladores vinculados a su hijo Kenji para evitar la remoción de Kuczynski, dijo al canal local N Maritza García, una legisladora ligada a Kenji. “[Alberto] nos pedía que realizáramos voto de conciencia”, dijo.
El indulto provocó una explosión de júbilo entre los seguidores de Fujimori y furia en activistas por los derechos humanos e izquierdistas que ayudaron a Kuczynski a vencer en los comicios de 2016 a Keiko, hija mayor del expresidente y líder de Fuerza Popular.
Por el momento, la decisión de Kuczynski provocó en pocas horas la renuncia de dos legisladores de su diminuta bancada, que no le ha otorgado fuerza para impulsar sus iniciativas en el Parlamento.
El viernes el ministro del Interior también había presentado su renuncia, sin que se conocieran los motivos.
Keiko Fujimori, cuyo partido fue la principal fuerza opositora que impulsó el pasado jueves la frustrada destitución de Kuczynski, expresó su agradecimiento al mandatario.
“Esperamos que este paso genere la reconciliación de todos los peruanos”, dijo antes de ingresar a una clínica donde su padre se encuentra internado.
El exmandatario fue trasladado el sábado en ambulancia desde su cárcel a la clínica Centenario, donde permanecía el domingo debido a una arritmia que, asegura, padece desde septiembre. Entre 1990 y 2013 fue operado seis veces para extirparle pequeñas lesiones en la lengua.
Horas después del anuncio, alrededor de medio centenar de manifestantes protestó en una plaza a pocas cuadras del palacio presidencial y en medio de tiendas que ofrecían productos navideños. La Policía esparció a los manifestantes con bombas lacrimógenas.
Los protestantes gritaban “Kuczynski traidor” y “Fujimori asesino”, y portaban carteles con las fotografías de los asesinados por un escuadrón militar durante el decenio de Fujimori (1990-2000). Pero en los alrededores de la clínica en la que Fujimori está internado la escena era de alegría.
José Miguel Vivanco, director ejecutivo de Human Rights Watch, tuiteó que el indulto de Fujimori “fue una vulgar negociación política a cambio de la permanencia de Kuczynski en el poder”.
Amnistía Internacional exigió a Kuczynski “aclarar la dudas sobre la falta de transparencia y el respeto del debido proceso”.
Fujimori solicitó la semana pasada el indulto. Acumulaba otros tres rechazos desde 2013, dos de ellos firmados por el exmandatario Ollanta Humala, quien ahora está preso de forma preventiva en la misma prisión donde Fujimori purgaba condena desde 2007, tras ser extraditado desde Chile.
Fujimori fue sentenciado en 2009 a 25 años de prisión por su responsabilidad en el asesinato de 25 personas, entre ellas un niño de 8 años, durante su gobierno. También acumulaba otras cuatro condenas por corrupción que tenía que cumplir hasta 2032. Iba a salir a los 93 años.
La mayor condena de Fujimori por asesinato se sustentaba en que conocía de la existencia de los escuadrones de la muerte, integrados por militares que, financiados con dinero público, mataron a civiles acusándolos de ser miembros de Sendero Luminoso.

