Reordenar, segmentar. Esto fue lo que hizo Panamá con sus espacios marítimos en los últimos años, al hacer el levantamiento de los puntos geodésicos -los que permiten marcar las coordenadas- que definen la línea base del mar territorial, es decir, aquella a partir de la cual se mide la anchura del mar territorial en el mar Caribe y el océano Pacífico, una labor que respondió a una obligación internacional con la que Panamá estaba en mora desde hace 22 años, cuando ratificó la Convención de Naciones Unidas sobre Derecho del Mar (Convemar).
Se trata de una tarea técnica, porque es pura geodesia -ciencia matemática que tiene por objeto determinar la figura y magnitud del globo terrestre y elaborar los mapas- y debían aplicarse los métodos establecidos en la convención.
También fue una labor de grandes desafíos físicos, ya que implicó la ubicación de esos puntos en el mar, a veces en zonas de difícil acceso, por lo que fue necesario un esfuerzo coordinado de cinco instituciones del Estado: el Instituto Geográfico Nacional Tommy Guardia (de la Anati), la Autoridad Marítima de Panamá (AMP), el Servicio Nacional Aeronaval (Senan), el Servicio Nacional de Fronteras (Senafront) y el Ministerio de Relaciones Exteriores.
Si bien la definición de la línea base es una tarea concluida –con construcción de monolito e inscripción de las respectivas coordenadas- y existe un mapa que lista la ubicación de los 11 puntos en el mar Caribe y los 8 puntos en el océano Pacífico, aún faltan dos pasos para que el país cumpla con la Convemar a cabalidad: la sanción del proyecto de ley 637 -que fija las líneas de base- y su publicación en Gaceta Oficial, y luego, la entrega de ese documento a la Comisión de Límites de Naciones Unidas, algo que el Ministerio de Relaciones Exteriores prevé efectuar en la próxima asamblea general del organismo, que tendrá lugar en septiembre.
¿Cambiaron en algo los límites marítimos?
Nadia Montenegro Detresno, directora encargada de Asuntos Jurídicos y Tratados de la Cancillería, asegura que no. “Eso no quiere decir que el mar territorial de Panamá no haya estado definido. Estaba definido, pero era una línea imaginaria a la que le faltaba poner los vértices en campo, para hacerlo de una manera más técnica”.
Nadia Montenegro Detresno
Subdirectora general de Asuntos Jurídicos y Tratados
“Era más bien formalizar a nivel técnico y en derecho algo que estaba de hecho, para la seguridad marítima de Panamá”, remarcó Montenegro Detresno al rechazar que el proyecto de ley reduzca los límites marítimos, como se ha dicho a través de diversos medios, al revivirse una discusión que ocupó titulares cuando se habló de la conveniencia de que Panamá se adhiriera a la Convemar.
La subdirectora de Puertos de la AMP, Meredith Pinedo, reafirmó lo dicho por Montenegro Detresno. “Nosotros no hemos reducido ni hemos aumentado el mar territorial, eso tiene que quedar claro. Lo que hemos hecho es cumplir con una segmentación de espacios que establece la Convemar. Se realizó un análisis exhaustivo de las normas vigentes de vieja data, que utilizaban el concepto de mar territorial como un todo, como un concepto genérico”, argumentó la funcionaria, que aludió a que ese hecho es lo que puede haber causado la confusión de que se ha reducido de 200 a 12 millas el mar territorial. Pinedo precisó que la Convemar establece un reordenamiento específico, de un mar territorial de 12 millas, de una zona contigua de 24 millas y de una zona exclusiva que se puede extender hasta las 200 millas. Aseguró, además, que Panamá no ha perdido su jurisdicción y competencia en la zona económica exclusiva, que es donde se exploran y explotan todos los recursos minerales y marinos vivos.
Meredith Pinedo
Subdirectora de Puertos
Los desafíos
Rolando Velásquez Cárdenas es cartógrafo y geodesta y fue el líder del equipo técnico del Tommy Guardia que participó en este trabajo. No solo hizo labores de mesa, revisando cartas náuticas y haciendo cálculos matemáticos para definir los puntos de la línea base, sino que también montó helicópteros y avionetas para determinar si todos estos puntos existían físicamente, si eran accesibles por aire o mar y cuál era su punto más alto. Luego, junto a siete personas más, se hizo a la mar para ubicar las coordenadas satelitales y construir los monolitos de concreto que identifican estos sitios.
“En las cartas náuticas se identificaron todos aquellos islotes, islas, cayos, con el objetivo de garantizar que todas esas masas insulares estuvieran comprendidas de esa línea hacia la costa, lo que constituye las aguas interiores”, tanto para la línea base del Pacífico (LBP, por sus siglas), como para la del Caribe (LBC), explicó.
Y es que tenían que trasladar equipos, materiales y personal, y definir cómo se acercarían a los sitios.
El Senan proveyó las lanchas rápidas y, a veces, por lo agitado del mar, fue necesario contratar navíos más pequeños para poder ingresar.
Los agentes del Senafront se encargaban de garantizar la seguridad del grupo, especialmente en las zonas fronterizas. “A veces el tiempo no era de ir y venir, sino que nos teníamos que quedar tres, cuatro, ocho días, navegando”, dijo Velásquez.
Relató que lo más difícil fue atracar y donde más problema hubo fue en el Caribe, por el fuerte oleaje. En muchos casos tuvieron que desembarcar “de todas maneras, lanzarse a las rocas”, con el riesgo que implicaba.
“Recuerdo [isla] Farallones, pusimos ese punto donde está el faro. Subimos gateando, y yo, que creo que soy uno de los rareza, esa escalera la bajé sentado, de escalón en escalón, de lo empinado y porque cualquier viento que nos desbalanceaba nos podía [hacer] caer al precipicio. Las bolsas de cemento las subíamos en el hombro, todo el material”, narró.
Y este no fue el primer obstáculo que debieron afrontar en Farallones. El grupo solo encontró un sitio para atracar y las olas eran tan fuertes que arrastraban el bote. “Uno se paraba en la proa agarrado con la soga, y el barco bailando, y cuando más o menos se aproximaba a la roca nos lanzábamos”.
Rolando Velásquez Cárdenas
Tiene 44 años de ser servidor público, 10 en el Tommy Guardia, 21 en Catastro y 11 en la extinta ARI.
Isla Jicarita, en la provincia de Veraguas, también representó un reto. Allí, el grupo fue dejado en la playa y empezó a avanzar por los arrecifes buscando la coordenada. “Llegó un momento en el que encontramos una pared, tenía una brecha, un túnel lleno de arrecifes, y nos metimos por allí; la suerte fue que era marea baja”, expresó.
El Senafront tuvo que abrir trochas para llegar hasta el lugar donde debía colocarse el hito, y como había llovido, el grupo debía cuidarse de no resbalar y caer por un precipicio.
En isla Montuosa, Chiriquí, el asunto fue otro. En su primer intento por arribar hallaron una lancha con narcotraficantes. Debieron abortar la misión por un asunto de seguridad.
Para la subdirectora de Puertos de la AMP el éxito del proyecto radicó en haber superado el desafío logístico con trabajo interinstitucional, y en la comunicación alcanzada con las comunidades de los sitios en los que trabajarían, entre ellas, la comarca, con cuyos sailas sostuvieron siete reuniones en las que les explicaron que se trataba de un proyecto de Estado y que no iban a ser afectados en términos de tierras ni de sus actividades.
¿Por qué era necesario definir la línea base?
En términos generales, Pinedo lo resume señalando que hasta ahora toda referencia a los espacios marítimos se hacía con base en líneas imaginarias, ya que Panamá no podía decir, con precisión, hasta dónde llegaban sus zonas marítimas.
Además, agrega Abdul Olcese, jefe del departamento de Cumplimiento de la Dirección de Puertos e Industrias Marítimas Auxiliares de la AMP, en términos de seguridad, al definirse el espacio marítimo, el Senan puede saber hasta dónde llegar en sus labores de patrullaje y monitoreo.
Incluso, añadió Olcese, hay actividades comerciales que si se hacen dentro del mar territorial hay que tasarlas, y como autoridad no podían en propiedad establecer si un buque estaba dentro de aguas nacionales, porque no se sabía a partir de dónde contar las millas náuticas.
La Convemar fue adoptada en Montego Bay, Jamaica, en 1982, y ha sido firmada por 168 Estados. Además de ser la regente en temas marítimos, es una herramienta de solución de los múltiples conflictos que puedan existir en materia de límites.