Casi un millón de personas coparon ayer todas las avenidas hacia una céntrica plaza de Santiago, exigiendo reformas de un sistema económico que consideran desigual y coreando lemas contra el gobierno por afrontar con militares el peor estallido social en Chile en tres décadas.
La protesta estudiantil iniciada hace una semana contra el aumento del metro derivó en una crisis social en Chile, con los manifestantes en las calles exigiendo un pedazo más grande de la prosperidad que hizo de este país uno de los más estables de América Latina.
“Chile hoy vive una jornada histórica. La RM (región metropolitana) es protagonista de una pacífica marcha de cerca de 1 millón de personas que representan el sueño de un Chile nuevo, de forma transversal sin distinción”, dijo la intendenta de la capital, Karla Rubilar, en Twitter, considerada una outsider en el grupo político del presidente de derecha del Sebastián Piñera.
Camioneros y automovilistas congestionaron ayer las carreteras que unen Santiago al resto del país para reclamar una baja en las altas tarifas del sistema electrónico de peajes.
Tras siete días con el país semiparalizado, la bolsa se desplomó solo el lunes y luego ha seguido sin grandes alteraciones, al igual que el dólar, que si bien registró una subida esta semana, cerró a un nivel similar del mismo mes del año pasado.
Este estallido sin precedentes en Chile, el más grave en casi 30 años desde el fin de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), representa un claro desafío para su reconocido modelo económico de mercado abierto.
En una semana han muerto 19 personas en violentos disturbios que dañaron seriamente la red del metro de la capital, que moviliza unos 3 millones de personas a diario, y a los que siguieron enfrentamientos, saqueos e incendios en Santiago y otras ciudades.
Ante la multiplicación de denuncias sobre la acción de los militares, que están desplegados en las calles desde el sábado, la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la expresidenta chilena Michelle Bachelet, anunció el envío de “una misión de verificación para examinar” la situación.
Amnistía Internacional dijo que “el mundo tiene los ojos en Chile” y anunció el envío de su “equipo regional de crisis para documentar”, junto con sus trabajadores en el país, “las graves violaciones a los derechos humanos y, posibles crímenes de derecho internacional que se están cometiendo por agentes del Estado”, dijo Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.
El detonante
Un exiguo aumento de la tarifa del Metro de Santiago fue el catalizador de las protestas, que han derivado en un movimiento mayor, heterogéneo y sin un liderazgo identificable, que pone sobre la mesa otras demandas, principalmente un aumento de las bajas pensiones del sistema privado, heredado de la dictadura.
El anuncio de una batería de medidas sociales por parte de Piñera el martes y su pedido de “perdón” por su gestión inicial de la crisis no surtieron efecto.
“Nos das migajas”, se leían en miles de pancartas en las marchas sobre estas medidas presidenciales.
Desde las 11:00 p.m. de ayer regía en el país suramericano el séptimo toque de queda nocturno consecutivo.