La Organización de las Naciones Unidas (ONU) tiene que decidir cómo responde al anuncio del presidente de Estados Unidos Donald Trump de que su país suspendía el ingreso de visitantes y refugiados de siete países mayormente islámicos.
Expertos dicen que el organismo mundial tiene que encontrar un delicado equilibrio entre su misión de proteger a los perseguidos y los oprimidos, su necesidad de mantener los aportes de su principal donante y sus esfuerzos por encontrar otros países que acepten los refugiados que no recibirá Estados Unidos.
El gobierno de Trump ha estado hablando de reducir sus aportes a la ONU, por lo que hay mucho en juego para el organismo. Estados Unidos aporta el 22% del presupuesto de la ONU y el 28% de los costos de sus misiones de paz. También hace grandes contribuciones a dependencias como el Programa Alimenticio Mundial, la Unicef y la Organización Mundial de la Salud.
Durante la campaña electoral, Trump expresó profunda desconfianza en la ONU y en diciembre afirmó en un tuit que “las cosas serán muy distintas” después del 20 de enero, el día en que asumió la presidencia. Sostuvo que la ONU tiene “un gran potencial”, pero pasó a ser un “club para que la gente se reúna, hable y se divierta. ¡Qué tristeza!”.
Un funcionario de la ONU dijo que al haber un nuevo secretario general del organismo y un nuevo presidente de Estados Unidos, hay que desarrollar una relación que adhiera a los valores de su carta y tome en cuenta la importancia de Estados Unidos en su condición de miembro fundador y de principal donante. El funcionario habló a condición de no ser identificado por lo delicado del tema.
Quien enfrenta la tarea más compleja es tal vez el Alto Comisionado para Refugiados de la ONU, quien dice que 65 millones de personas han sido desplazadas en todo el mundo por conflictos y persecuciones, la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial.
La decisión del gobierno de Trump de suspender por 120 días la admisión de refugiados y de visitantes de Irak, Irán, Siria, Somalia, Sudán, Libia y Yemen “dificulta la tarea de la ONU, sobre todo de la Oficina del Alto Comisionado”, afirmó Michael Williams, del centro de estudios Chatham House de Londres y exsubsecretario general de la ONU.
El nuevo secretario general Antonio Guterrez “tendrá que manejarse con mucho cuidado, ya que no querrá entorpecer la relación con Estados Unidos”, opinó Williams. Philippe Bolopion, subdirector de Human Rights Watch, exhortó a Guterres a fijar “una posición clara”.
“Ante esta actitud intimidatoria del presidente Trump hacia los refugiados y los ciudadanos de siete países con mayoría musulmana, Guterres enfrenta su primera prueba”, declaró.
La postura de la ONU parece estar endureciéndose lentamente. Guterres habló el lunes en Etiopía y no aludió directamente a la prohibición de ingreso a Estados Unidos, pero dijo que esperaba que fuese algo temporal. El lunes hizo un pronunciamiento más fuerte y el portavoz de la ONU Stephane Dujarric declaró que Guterres deseaba que Estados Unidos levantase la prohibición “lo antes posible”.
Guterres afirmó que los países tienen el derecho y la obligación de impedir la infiltración de “miembros de organizaciones terroristas”. Pero agregó que no pueden discriminar a partir de la religión, la etnicidad o la nacionalidad.
“Las medidas tomadas a ciegas, que no se basan en información de inteligencia sólida, tienden a ser inefectivas y tienden a ser burladas por los sofisticados movimientos terroristas mundiales de hoy”, manifestó.
El secretario general no mencionó a Estados Unidos por su nombre y dijo que los refugiados están encontrando que cada vez más países les cierran sus puertas, en violación de las protecciones que les corresponden bajo las leyes internacionales de refugiados.
Estados Unidos es de lejos el principal donante de la Oficina del Alto Comisionado, con mil 500 millones de dólares por año, cuatro veces lo que aporta el segundo donante más alto, la Unión Europea. Estados Unidos, por otro lado, dona una cuarta parte de los fondos que recibe la Organización Internacional para las Migraciones, otra dependencia de la ONU que funciona también en Ginebra.
La Oficina del Alto Comisionado se ha expresado con firmeza en el pasado, como hace 16 meses, cuando le dijo al Gobierno húngaro que tenía “la obligación legal y moral” de ofrecer “acceso irrestricto” a miles de refugiados sirios.
Pero se ha manejado con extrema cautela en relación con el anuncio de Trump. Filippo Grandi, el alto comisionado, dijo el lunes que se sentía “muy preocupado por la incertidumbre” que enfrentan miles de refugiados que estaban tramitando su reubicación en Estados Unidos.
Su oficina indicó que Estados Unidos podría haber reubicado a 20 mil personas en los 120 días de la suspensión. Cinco expertos independientes de la oficina de derechos humanos de la ONU, que tiende a usar un lenguaje más vigoroso que otras dependencias, dijeron el miércoles que la actitud de Estados Unidos era “claramente discriminatoria” y viola el compromiso de Estados Unidos de no rechazar a gente que tiene derecho a recibir protección.
Williams, de la Chatham House, opina que Trump está tratando de hacer que otros países asuman un compromiso mayor. “Sobre todo en la Oficina del Alto Comisionado, Estados Unidos ha estado aportando más de lo que le corresponde y él trata de equilibrar un poco las cosas”, dijo Williams.