El índice de pobreza multidimensional (IPM), que identifica múltiples carencias en los hogares y las personas, fue utilizado para elaborar un informe sobre las necesidades con las que viven los niños y adolescentes en el país.
El nuevo estudio, el primer IPM de niños y adolescentes en América Latina, dejó en evidencia que en Panamá la población menor de edad tiene privaciones en materia de educación e información; vivienda, agua y saneamiento, salud y alimentación, así como en protección y recreación.
Los cinco aspectos que se tomaron en cuenta para evaluar la condición de vida de la población menor de 17 años de edad son: estimulación temprana, cobertura de la educación, atención sanitaria, trabajo infantil y las actividades y protección hacia esta población.
Tras la evaluación de esos indicadores, se halló que el 32.8% de la población de entre 0 y 17 años del país, es decir, 3 de cada 10 menores de edad, son víctimas de la pobreza multidimensional, según indica el estudio, divulgado ayer por las autoridades del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Ministerio de Desarrollo Social (Mides).
El informe también evidencia que la situación es inquietante cuando se revisa la intensidad o alcance de cada uno de los indicadores revisados (promedio de la proporción de privaciones ponderadas que sufren los pobres), pues el porcentaje aumenta a 45.6%.
Al comparar estos datos de niños y adolescentes con el IPM que tiene el país como promedio general, se evidencia una realidad que requiere atención, ya que la cantidad de menores de edad en situación de pobreza es mayor al promedio general.
Resultados generales
De acuerdo con los resultados del segundo IPM nacional, el 19% de la población panameña vive en hogares multidimensionalmente pobres, es decir, 2 de cada 10 panameños.
Mientras, en lo que respecta a la intensidad del IPM, el promedio del país es de 42.4%. Eso representa 3.2 puntos por debajo del que sufren los niños y adolescentes.
Ambos estudios, tanto el IPM nacional como el IPM de niños y adolescentes, coinciden en que las regiones comarcales de Guna Yala, Ngäbe Buglé y Emberá Wounaan son donde más se concentran los niveles de pobreza.
Desafíos
Michelle Muschett, viceministra de Desarrollo Social, explicó que a través del IPM de niños y adolescentes no solo se escudriñan los problemas que afectan a este sector de la población, sino que se identifican los grandes retos.
El primero de ellos tiene que ver con el propósito de permitir “un mejor diseño e implementación de políticas públicas dirigidas al bienestar y desarrollo de los niños y adolescentes, que representan el 34.4% de la población del país, es decir, 1 millón 172 mil 747 menores, según el último Censo Nacional de 2010.
El segundo objetivo es impulsar, a través de esta herramienta, avances significativos focalizados hacia el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles en 2030.
No obstante, Roderick Chaverri, vicepresidente de la Red Nacional de Apoyo a la Niñez y Adolescencia en Panamá (Rednaniap), consideró que el nuevo informe no es novedoso, porque el diagnóstico de la situación que vive la población menor de edad no es desconocido por las autoridades y organizaciones que trabajan en beneficio de los niños y adolescentes.
“La verdad es que en el país gastamos muchos recursos para hacer diagnósticos en varios temas, cuando ya es conocido ampliamente cuáles son los diferentes problemas que enfrenta la niñez, y lo que corresponde ahora es ejecutar acciones concretas para atenderlos”, planteó.
Añadió que hace falta una mayor coordinación entre las diferentes autoridades del gobierno y que se sume a las oenegés y a toda la comunidad; y que se destinen los recursos económicos y de personal, como psicólogos, trabajadores sociales y técnicos, que implementen las políticas de protección y atención a la población de entre 0 y 17 años de edad.
Chaverri opinó que actualmente el tema de la niñez no es visto como una prioridad, y por tanto hace falta mayor voluntad para ponerse a trabajar en favor de este sector.
Las últimas estadísticas
La situación de vulnerabilidad en la que viven varios niños y adolescentes del país no es del todo desconocida. Por ejemplo, los últimos datos del Ministerio Público dan cuenta de que al cierre del año pasado se contabilizaron 2 mil 725 casos de delitos contra la libertad e integridad sexual de menores, mientras que durante los primeros 8 meses de 2018 la cifra fue de mil 740 casos.
En tanto, cifras del Ministerio de Educación detallan que el 25% de los niños en edad escolar no asiste a la escuela.
Mientras, estadísticas del Ministerio de Trabajo y Desarrollo Laboral, que abarcan 2015 y 2016, dan cuenta de que en el país hay, al menos, 23 mil 855 niños que trabajan.
A su vez, el Ministerio de Salud registra cerca de 11 mil embarazos precoces, y el Ministerio de Desarrollo Social lista unos 2 mil niños internados en centros de atención debido al riesgo social en que viven.
Jorge Giannareas, especialista en políticas sociales del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, indicó que Panamá tiene avances importantes en reducción de la pobreza, pero hay muchos pendientes.
Estimó que la naturaleza de los problemas que afectan a los niños y adolescentes radica en dos aspectos fundamentales; el primero es que no necesariamente se está trabajando en conjunto y de manera coordinada para la atención de sus necesidad, y el segundo hecho es que las políticas dirigidas a la atención de esta población tienen que ser preventivas y no “medidas remediables” o para reparar el daño ya causado.
Giannareas estimó que ver los resultados de este trabajo tomará, al menos, 20 años.