El aire húmedo, las aguas cálidas del Golfo de México y los patrones de viento idóneos sobrealimentaron al huracán Michael en las horas previas a que tocara tierra ayer en la franja noroeste de Florida.
Michael apenas tenía fuerza de huracán el martes por la mañana, con vientos máximos sostenidos de 144 km/h. Al poco tiempo, se convirtió en un monstruo. Cuando tocó tierra ayer por la tarde, tenía vientos de 250 km/h. Fue un aumento del 72% en la velocidad de los vientos en menos de 33 horas.
“Michael hizo realidad nuestros peores miedos en cuanto a una intensificación veloz justo antes de tocar tierra en una zona de la costa que nunca había sido azotada por un huracán de categoría 4”, dijo Brian McNoldy, investigador de la Universidad de Miami.