La ciudad de Panamá ama los automóviles. Se han sacrificado aceras, parques, solares y naturaleza para favorecer a los vehículos. Todo en nombre del progreso.
En el barrio de El Carmen, sin embargo, uno de los más tradicionales del área metropolitana, aún hay resabios de cuando el peatón era rey. Quienes diseñaron el barrio idearon un sistema de pasillos o servidumbres, para conectar sus cuadras largas. Es la ciudad mimando a sus habitantes. Aunque sea solamente en un barrio.
En El Carmen no hay ningún centro comercial, así que todo gira alrededor del parque Benito Juárez. Incluyendo los pasillos. El más alejado de todos es el que conecta vía Grecia con la avenida Ramón Arias, conocida también como la continuación de vía Brasil. Está justo en medio de varios edificios. Ninguno de ellos nuevo. El pasillo luce descuidado. Las escaleras están sucias y las paredes llenas de grafitis. En la entrada, justo sobre un basurero, hay un celular de los que se doblan y el cráneo de un búfalo.
En menos de dos minutos uno va de la quietud de un barrio residencial al bullicio de una de las calles que conforma un corredor que conecta el norte y el sur de la ciudad. Desde allí se ve el parque Benito Juárez. A medida que uno se acerca, aparece otro de los pasillos. Es el que va desde la calle Ricardo Miró hasta la Ángel Rubio. Este luce más abierto que el primero, pues en vez de edificios, está rodeado por casas y sus patios. Tiene la ventaja, además, de que da directamente hacia el parque.
Del otro lado del parque hay otro pasillo, que va desde la calle Carlos Arias hasta la Elida Diez. Es el más prolijo de todos. No solo tiene una rampa -aunque solo en uno de sus accesos-, sino que de un lado tiene una pared blanca y en el otro una pared con hiedras. Posee, además, unos faroles verdes y elegantes.
El último pasillo va desde la Ricardo Miró hacia la Ramón Arias, justo donde comienza vía Grecia. Tiene jardines, faroles y varias plantas.
Humberto Bárcenas, publicista, cuenta que los pasillos son uno de los motivos por los que le encanta el barrio. Dice que cuando sale a caminar o a pasear al perro, los pasillos le permiten recorrer todo el barrio de forma más expedita y fácil.
El urbanista Álvaro Uribe asegura que los pasillos son una muestra del diseño barrial de antaño, cuando se le daba prioridad a los habitantes y no a la propiedad inmobiliaria. “Todos los pasillos llevan, uno más cerca que el otro, hacia el parque, que es una actividad peatonal. Con la mentalidad del automóvil, los espacios peatonales comienzan a verse como desperdicio”, dice.
Y cuenta que hace algunos años, en la calle 1ra de El Carmen, la que pasa detrás de la Caja de Ahorros, que está sobre la vía España, había otro pasillo que conectaba con vía Grecia. Pero ya no está. Es otra víctima del progreso panameño.
