Toño, apodo del chino Jian Cong Zeng, vendió hace un mes, a unos familiares, su local Inversiones Noverama en la avenida central de La Chorrera.
Abrumado y entristecido por los recuerdos de su hijo Samy Zeng, dejó su negocio tras 16 años de trabajo.
Samy, era uno de los cinco jóvenes universitarios que fueron secuestrados, asesinados y enterrados en una fosa bajo el piso de la casa 7033 del sector El Trapichito, de La Chorrera.
Fue secuestrado el 7 de septiembre de 2011 junto con su novia Georgina Lee Chen y su amigo Joel Liu Wong.
Los otros dos jóvenes, secuestrados y asesinados, fueron Yessenia Loo Kam, de 18 años, secuestrada el 20 de octubre de 2010 y Yong Yian Wu, alias Ken, de 27 años, secuestrado el 9 de diciembre del mismo año.
El pasado 19 de junio, el Segundo Tribunal Superior de Justicia llamó a juicio a los dominicanos Alcibiades Méndez, Fermín Taveras, Félix del Rosario y a cuatro panameños por los delitos de homicidio y secuestro.
Homenaje a su hijo
Transcurridos más de dos años de los sucesos, este medio hizo un recorrido en La Chorrera, constatando que los tres locales propiedad de los familiares de los jóvenes fueron vendidos. Noverama aún conserva el mismo nombre. En tanto que Casa Internacional, que era de la familia de Yessenia, ahora se llama boutique China. Y Novedades Angelina, de los familiares de Ken, pasó a ser almacén Hermanos Huang.
A Toño lo encontramos en un local de bordados ubicado en la calle que está a un costado de Noverama.
El nuevo local tiene su historia. Toño contó que el negocio de bordados lo tenía su hijo Samy en el segundo piso del local donde está Noverama.
Por eso buscó el nuevo local y abrió el negocio de bordados como un homenaje. “Eso era lo que él quería, aquí no gano mucho, pero es el recuerdo de mi hijo”, dijo.
Toño, su esposa y dos hijos asistieron a citas médicas con psicólogos para superar la tragedia. Confiesa que en ocasiones, su esposa rompe en llanto al recordar a Samy.
En medio del dolor siente impotencia, porque asegura que no le han dicho toda la verdad de las pesquisas.
“La investigación es de un solo lado, no se sabe si fueron tres, cuatro o varios policías involucrados, no quisieron involucrar a policías”, indicó.
Y acto seguido explica su hipótesis. “Tu ves el tamaño de mi pelao y de Joel, ¿cómo me vas a decir que dos dominicanos pueden con esos dos pelaos y la muchacha?
“Ellos siempre iban al gimnasio y estaban fuertes”, aseguró. Por eso, Toño asume que otras personas ayudaron a Méndez y a Taveras, presuntos autores del secuestro y homicidio. “Yo quiero justicia, pero que sea justicia completa”, expresó.
Explicó por qué pagó la plata del rescate. “Yo sabía que mi hijo estaba muerto, pero cumplí con mi corazón. Pague $160 mil para salvar a Joel, y cuando entregué la plata lo mataron”, señaló mientras se le quebraba la voz. Manifestó que les dijo a los miembros de la unidad antisecuestro de la Policía, que tenían mucha culpa de lo sucedido porque, “no hicieron nada”.
Por Yessenia no se pagó rescate y por Ken pagaron $83 mil.
Asisten a la iglesia
Omar Loo, padre de Yessenia, dejó el local Casa Internacional después de lo sucedido, tras 17 años de tener ese negocio y vivir allí mismo.
Ahora Omar y su esposa viven en la ciudad capital, y hace tres meses abrió un local frente al mercado de abastos, en la calle que va hacia Puerto Caimito, en La Chorrera.
“Siempre la recuerdo, es triste, era mi única hija”, dijo.
Desde hace tres años, Omar asiste con su esposa a una iglesia evangélica, buscando ayuda de Dios para superar el trago amargo.
“Ellos me ayudan a ver cómo es la vida y cómo superar esto”, indicó.
Omar aspira a que se haga justicia, porque se sienten cansados por lo que han sufrido.
Recordó que Yessenia acababa de cumplir 18 años, cuando le compraron un carro para que fuese a la universidad, y al poco tiempo fue secuestrada.
Mi esposa llora mucho porque recuerda a Yessenia, y yo tuve problemas con la presión alta, manifestó.
Por su parte, una de las dependientas del almacén Hermanos Huang informó que los familiares de Ken se fueron de La Chorrera a otro local comercial que está ubicado en Arraiján.
La casa 7033 ubicada en El Trapichito, de La Chorrera, donde mantuvieron secuestrados, asesinaron y enterraron a los cinco jóvenes chorreranos, era alquilada por el dominicano Alcibiades Méndez, uno de los siete llamados a juicio. La residencia está abandonada, y sigue confiscada hasta que el Segundo Tribunal decida si la devuelve o no a sus dueños.
Fernando Montezuma, residente del lugar, contó que hace unos tres meses dos hombres desconocidos llegaron a excavar en la parte trasera de la casa 7033 y fueron detenidos por la Policía. Aseguró que desconoce qué buscaban estas personas. Montezuma vive alquilado en la vivienda de al lado, que tiene la misma propietaria.
La dueña de la casa donde ocurrió la tragedia habló vía telefónica con este diario, tras ser contactada a través de su cónyuge Luis Ortega.
La señora, que pidió no se revelara su nombre, manifestó que aún no sabe lo que hará con la propiedad una vez el Segundo Tribunal decida si se la devuelve.
“Nos ha dolido mucho lo que ha sucedido. Hemos sufrido mucho y nadie nos ha brindado ayuda”, señaló. Ella considera injusto que los medios de comunicación le criticaron por no haber visto lo que sucedía en la residencia. “Yo iba a cobrarle [a Alcibiades Méndez] mensualmente al local de venta de celulares que él tenía”, dijo.
Según la señora, ella tiene más de 40 años de ser dueña de la vivienda y desde hace 15 años la alquilaba, hasta que se descubrió lo sucedido. El 15 de septiembre de 2011, el Ministerio Público, con ayuda de Méndez, encontró los cadáveres de los cinco jóvenes en tres fosas abiertas dentro de la casa.
Rubén Polanco