El papa Francisco inauguró ayer jueves una cumbre sin precedentes sobre prevención de abusos sexuales en la Iglesia, al ofrecer a los obispos católicos y otros líderes religiosos 21 propuestas para castigar a los pederastas y mantener a los niños a salvo, luego de advertir de que los fieles exigen acciones concretas y no solo palabras.
El tono de la cumbre de cuatro días, de la que se tienen enormes expectativas, se impuso desde el inicio, con víctimas de todo el mundo relatando a los obispos el trauma de los abusos que sufrieron y el dolor adicional que les causó la Iglesia con su indiferencia inicial.
“Escuchen el clamor de los jóvenes que quieren justicia” y aprovechen la ocasión para “transformar este mal en una oportunidad de comprensión y purificación”, manifestó Francisco a los 190 líderes de conferencias episcopales y órdenes religiosas que asisten al encuentro.
“El pueblo santo de Dios está observando y espera no solo condenas simples y obvias, sino que se establezcan medidas eficientes y concretas”, agregó.
Más de 30 años después del estallido del escándalo en Irlanda y Australia, y tras 20 años de que salpicara a Estados Unidos, obispos y líderes católicos de muchas partes de Europa, Latinoamérica, África y Asia siguen negando la existencia de abusos sexuales por parte del clero o minimizan el problema.
Francisco, el primer papa latinoamericano de la historia, convocó a la cumbre tras haberse equivocado en un conocido caso de encubrimiento de abusos sexuales en Chile el año pasado.
Al darse cuenta de su error, se comprometió públicamente a tomar un nuevo rumbo y está llevando al liderazgo de la institución por el mismo camino.