El Parlamento de Tailandia invitó ayer a Maha Vajiralongkorn, hijo del difunto rey, a convertirse en el nuevo monarca.
Fallecido el 13 de octubre a los 88 años, Bhumibol Adulyadej era adorado por muchos de sus súbditos, que lo veían como garante de la estabilidad en un país muy golpeado por las crisis políticas.
Varias semanas después del “plazo” solicitado por el príncipe, la espera terminó: “Invito al príncipe heredero Maha Vajiralongkorn a subir al trono para convertirse en el rey del pueblo tailandés”, declaró Pornpetch Wichitcholchai, presidente del Parlamento, ante los diputados designados por la junta en el poder. Entonces los diputados se levantaron para desear “una larga vida al rey”, antes de finalizar esta sesión excepcional.
Según el protocolo, falta la última etapa: el presidente debe invitar formalmente al príncipe a subir al trono.
“El presidente de la Asamblea Nacional podría ser recibido en audiencia real” hoy o mañana, anunció el vice primer ministro Prawit Wongsuwon, que además es ministro de Defensa del gobierno militar, en el poder desde un golpe de Estado en 2014 realizado en nombre de la lealtad a la monarquía. La ceremonia de la coronación no se celebrará hasta antes de un año, tras la cremación del cuerpo del rey.
El príncipe heredero, un militar de formación de 64 años, vive la mayor parte del tiempo en Alemania, según una fuente militar.
Los analistas evocan, amparándose en el anonimato, el nerviosismo que impera en el palacio y el gobierno militar a causa de la “imprevisibilidad” del príncipe, rasgo confirmado por su permanencia en Europa.
Desde hace semanas, la fecha de su ascensión al trono es objeto de especulaciones, aunque no se hable de ello en público a causa de una ley de lesa majestad muy estricta que amenaza con prisión a toda persona crítica de la familia real.
“Permaneceremos leales hasta la muerte a todos los reyes de la dinastía de los Chakri”, proclamó el jefe de la junta, general Prayut Chan-O-Cha, en una ceremonia televisada.