El presidente de Chile, Sebastián Piñera, pidió perdón anoche por su falta de visión para anticipar el extendido estallido social que golpea a su gobierno, con saldo de 15 muertos en cinco días.
“Reconozco esta falta de visión y le pido perdón a mis compatriotas”, afirmó en un mensaje al país desde La Moneda, cuando las mayores protestas sociales en décadas no bajaban en intensidad en todo el país.
Anunció, además, un paquete de medidas sociales que incluye: un aumento de 20% a la pensión universal básica, congela las tarifas de electricidad y propone una ley para un seguro de enfermedades catastróficas.
“Frente a las legítimas necesidades y demandas sociales de la ciudadanía, hemos recibido con humildad y claridad el mensaje que los chilenos nos han entregado”, dijo Piñera en un discurso que dio un giro radical al tono confrontativo de los últimos días hacia los manifestantes.
Más temprano, el mandatario intentó jugar la carta política con un acuerdo social pero los principales partidos de oposición le dieron la espalda.
El partido Socialista (PS), el más grande de la oposición, el Frente Amplio (izquierda radical) y el Partido Comunista se abstuvieron de participar en la reunión convocada por Piñera para buscar un acuerdo social.
“Nosotros creemos que el diálogo es indispensable y urgente, pero debe ser un diálogo abierto y nosotros creemos que el llamado del presidente no cumple esas condiciones”, afirmó Manuel Monsalve, jefe de bancada del PS, que gobernó durante tres períodos tras el retorno a la democracia en Chile, en 1990.
En cambio, la opositora Democracia Cristiana (DC) y el Partido por la Democracia asistieron a la reunión. A su término, sus respectivos líderes afirmaron que plantearon a Piñera el retiro del Congreso de una reforma tributaria y otra de pensiones, “insuficientes” para responder a las demandas sociales. También reclamaron levantar el estado de emergencia y el toque de queda.
En medio de protestas, con el comercio y el transporte limitado, largas filas en supermercados y gasolineras y las clases suspendidas en la mayoría de los colegios, los chilenos hacen frente con muchísimas dificultades al extendido estallido social. Después de la destrucción de casi la mitad de las estaciones del metro, uno de los grandes retos ha sido movilizarse en esta ciudad de casi 7 millones de habitantes, en estado de emergencia desde hace cuatro días.