Familiares de las víctimas y sobrevivientes renovaron ayer su pedido de justicia al cumplirse 25 años del atentado al centro judío AMIA en Buenos Aires, el peor ataque terrorista de la historia argentina que aún sigue impune.
Como cada año, desde aquel 18 de julio de 1994, las sirenas de la ciudad sonaron a las 9:53 a.m., hora local, para recordar el momento de la explosión que mató a 85 personas y dejó unos 300 heridos.
El atentado ocurrió un día de semana, cuando un coche bomba detonó en la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) y la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), ubicada en el ajetreado barrio comercial de Once, en el centro de Buenos Aires.
Ezequiel Churba
Familiar de una de las víctimas
Argentina ha acusado por el atentado a altos exfuncionarios iraníes, entre ellos, el expresidente Ali Rafsanjani, y al movimiento chiita libanés Hezbolá.
Irán siempre se rehusó a que fueran indagados. Se sospecha que tuvieron una poderosa conexión local, que aún no fue identificada.
Un memorándum de entendimiento con Irán, firmado en 2012 por la exmandataria Cristina Kirchner (2007-2015) buscó, según sus autores, que los acusados pudiesen ser indagados fuera de Argentina, pero nunca se aplicó y ahora se investiga judicialmente como un caso de encubrimiento y traición a la patria.
El fiscal Alberto Nisman, que investigó el atentado y denunció el pacto con Irán, fue hallado muerto en su residencia de Buenos Aires en 2015.
“Veinticinco años después, tenemos el corazón y el alma con el mismo dolor que nos dejó la bomba asesina”, dijo el presidente de la AMIA, Ariel Eichbaum.
El presidente Mauricio Macri creó por decreto un registro de “organizaciones terroristas”, que permitiría incluir el movimiento chiita libanés Hezbolá.
“La acusación contra Irán y Hezbolá está firme y sólida”, dijo Eichbaum.
El dirigente judío también cuestionó “el ritmo escandalosamente lento de la justicia. Cada año que pasa la justicia se vuelve más lejana y abstracta”, remarcó.

