Durante casi dos años, Estados Unidos observó y esperó mientras el fiscal especial Robert Mueller investigó al presidente Donald Trump y su campaña por una posible colusión con Rusia y la obstrucción de la justicia.
El lanzamiento de una versión resumida del informe de 448 páginas de Mueller el mes pasado ofreció un momento de cierre esperado para muchos pero dejó insatisfechos a otros.
Tres semanas de debate y análisis públicos los han dejado preguntándose qué intentaba decir Mueller y qué piensa realmente, en particular sobre la cuestión de la obstrucción, donde el documento no llegó a ninguna conclusión. Esa incertidumbre ha dado a los partidarios de ambos lados una oportunidad para usar los hallazgos de Mueller a su gusto y ha dejado a muchos estadounidenses -que probablemente no leerán el informe completo- preguntándose sobre qué creer y en quién confiar.
La republicana Becky McBreen, una votante de Trump de 58 años de Schuylkill Haven, Pensilvania, que trabaja en una compañía de aluminio, dice que le gustaría preguntarle a Mueller: “Dejando a un lado el sesgo político, en el fondo de su corazón, ¿realmente cree que Trump se confabuló con Rusia para sabotear a Hillary?” (El informe no encontró una conspiración criminal entre Rusia y la campaña de Trump).
No son solo los estadounidenses comunes los que anhelan la claridad.
Habiendo estudiado detenidamente el informe una vez, la representante Debbie Dingell, demócrata por Michigan, está ahora en su segunda lectura. Y todavía tiene preguntas.
“Es por eso que necesitamos que testifique”, dijo. “Creo que nos lo debe a nosotros”.
Richard Ben-Veniste, quien se desempeñó como uno de los fiscales principales en la investigación de Watergate, dice que Mueller “probablemente podría haber sido más claro”.