El presidente ruandés, Paul Kagame, destacó ayer domingo la fuerza de su pueblo, que salió del abismo para convertirse en “familia”, “más unida que nunca”, 25 años después del genocidio en el que murieron, al menos, 800 mil personas.
“En 1994 no había esperanza, solo tinieblas. Hoy, la luz ilumina este lugar. ¿Cómo pudo suceder? Ruanda volvió a ser una familia”, declaró Kagame, de 61 años, indiscutible líder del país desde 1994, en una ceremonia en el Centro de Convenciones de Kigali, símbolo de la modernidad de la capital ruandesa.
“Nuestro pueblo cargó un peso inmenso sin quejarse o casi”, agregó. “Eso nos hizo mejores y más unidos que nunca”.
“Nada tendrá el poder de hacer que los ruandeses se enfrenten. Esta historia no se repetirá. Es nuestro firme compromiso”, prometió.
Kagame lanzó poco antes las conmemoraciones del genocidio, encendiendo la llama del recuerdo en el memorial de Gisozi en Kigali, en donde más de 250 mil víctimas fueron enterradas.
En el estadio Amahoro (“paz” en kinyarwanda) se refugiaron en 1994 miles de tutsis, bajo la protección de la ONU, para escapar a las matanzas.
Instigado por el régimen extremista hutu, entonces en el poder, el genocidio costó la vida de al menos 800 mil personas, entre abril y julio de 1994, según la ONU, principalmente en el seno de la minoría tutsi, pero también entre los hutus moderados.