Empiezo a creer que la esposa del mesías de CD tiene razón: su esposo está realmente enfermo, aunque no por lo que nos quiere hacer creer. El mesías dijo que venía voluntariamente de EU, pero quién, en su sano juicio, puede alegar que una extradición es voluntaria. A la semana siguiente, tras pasar un par de noches en la unidad de cuidados intensivos del Santo Tomás, pregunta quién dijo que él sufría de cáncer, dolencia que invocó para que lo mandaran al hospital. O sea, ¿se lo inventó? Luego afirmó que a sus 66 años goza de buena salud. Después de escucharlo de su boca, insisto, después de oír al dueño del circo, ¿me pregunto qué son sus abogados y su esposa? ¿Cuentacuentos?
“No tengo ni cuenta ni tarjeta de crédito. Me lo han cerrado todo. Dicen que tengo, tengo y tengo, y no tengo absolutamente nada”, se quejó. 43 supermercados (según dijo su propia esposa en Twitter), $10 millones en propiedades en EU, vehículos de élite, sin contar avión, helicóptero, yate y sabe quién cuánto más, nos dan una idea de qué tan limpio está el llorón. Menos mal que lo llevaron al Santo Tomás, porque, por lo que dice, jamás habría podido pagar las cuentas del hospital Punta Pacífica. Y a su equipo de abogados, ¿entonces quién le paga?
Y la perla: “Hay que hacer una reforma para quitarle poder a los presidentes”, algo de lo que está convencido porque él ya lo fue. ¿Por qué no nos dice por dónde empezaría? Quizás prohibirle inmunidad a los diputados centroamericanos o hacer negocios con el Estado -incluso a través de terceros- o vedarles la disposición de bienes estatales a su antojo o dejarlos sin los millones de sus partidas discrecionales o sin el dinero que le dan a los diputados en planillas o partidas circuitales o invalidar leyes a su medida –como reducir la prescripción de delitos de corrupción o hacer que se aprueben leyes blindaje o prohibirles ser el mandamás del Consejo de Seguridad o evitar que nombren a los magistrados de la Corte Suprema.
Sí, es cierto, hay que quitarles poder ... y también a los diputados. Pero, ¿por qué no empezó a hacerlo él? Cinco años y no hizo absolutamente nada. Por el contrario, aprovechó cada palabra, cada coma de decreto o ley o usó su discrecionalidad para hacerse de poder a manos llenas. Su hilarante delirio en la audiencia del martes continuó por varios minutos hasta finalizar con inédita incoherencia. Y convencidos de que eso era todo, el jueves se salió con que renunciaba al Parlacen, pese a que luchó para ser enjuiciado como diputado, con todos sus privilegios. Pero eso ya no le conviene, así que pateó la curul.
No pude menos que pensar que su esposa debería, por su enfermedad, pedirle a sus custodios que le quiten esas esposas y, en su lugar, en vez de suéter, que le pongan una camisa… ¡Ajá!… de esas.