Nuevos enfrentamientos estallaron ayer en varios puntos de Santiago pese a que rige un “estado de emergencia”, una muestra del descontento social que estalló la víspera que dejó inutilizado al Metro de Santiago.
La situación de descontrol social que disparó el aumento de la tarifa del metro esta semana –de 800 a 830 pesos (unos $1.17)–, obligó al gobierno a sacar a los militares a las calles por primera vez desde que Chile recuperó la democracia en 1990. Tanquetas del Ejército y efectivos armados se desplegaron en Plaza Italia de Santiago para ayudar en el control de las manifestaciones.
Al menos cinco autobuses fueron quemados en los alrededores de la plaza, lo que llevó a la empresa a la suspensión temporal del todo el servicio, dejando a la ciudad prácticamente sin transporte público, al estar también paralizado el ferrocarril metropolitano.
Comisión Interamericana de Derechos Humanos
También hubo enfrentamientos entre encapuchados y fuerzas especiales en la plaza de armas de Maipú –donde también se desplegaron militares– y en algunos sectores de la comuna de Puente Alto. En otras ciudades del país, como Concepción y Valparaíso, también hubo protestas. En el vecino puerto de San Antonio, ardió un supermercado. En Santiago, en comunas como Ñuñoa y Providencia, los vecinos salieron pacíficamente a las calles para hacer sonar sus ollas y sartenes.
Las protestas derivaron en reclamos contra un modelo económico en el que el acceso a la salud y la educación es prácticamente privado, contra la desigualdad social, las bajas pensiones y el alza de los servicios básicos, entre otras demandas, con una fuerza que ha descolocado al gobierno de Sebastián Piñera, que sólo días antes había afirmado que Chile era una especie de “oasis” en la región.
El mandatario demoró horas antes emitir un mensaje de calma y decretar el estado de emergencia pasada la medianoche del viernes, cuando el caos se extendía por todo Santiago.
El saldo: 308 detenidos, 156 policías heridos y 11 denuncias de civiles heridos.
Una fotografía de Piñera comiendo pizza con su familia en un restaurante en el mismo momento que la capital ardía, azuzó aun más la furia.
Ayer Piñera anunció la puesta en marcha de un plan que “va a permitir mitigar el impacto que el alza en el precio del pasaje del Metro ha tenido y va a tener en los sectores más vulnerables y en la clase media necesitada”, sin dar detalles.
“Es triste pero esta destrucción fue la manera que tuvo la gente para que la escuchen. Chile era una olla a presión y estalló así de la peor manera, porque nos dejaron sin Metro”, comentó una empleada estatal que esperaba tomar un bus.
Cuarenta y un estaciones del Metro fueron destruidas. Algunas de ellas quedaron completamente quemadas, dejando inutilizado a este eje central del transporte público, que transporta cada día a tres millones de pasajeros, de los siete millones de habitantes de la capital.