Los voluntarios cavaron ayer con sus propias manos entre los escombros de los inmuebles derribados por un poderoso terremoto de 7.3 grados en la escala de Richter que mató a más de 400 personas e hirió a 7 mil 156 en la región montañosa en la frontera entre Irak e Irán.
Los daños más graves parecían haber ocurrido en la ciudad kurda de Sarpol-e-Zahab, en la provincia iraní de Kermanshah, en las montañas de Zagros, que separan los dos países. Los residentes dijeron que no había agua corriente ni electricidad y que las líneas telefónicas y celulares funcionaban con problemas.
El papa Francisco ofreció rezos por los muertos en Irán e Irak y pidió fuerza para los equipos de rescate que tratan de encontrar sobrevivientes. El líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Khamenei, ofreció sus condolencias e instó a hacer todo lo posible para ayudar a los afectados.
Países de la zona como Turquía y Pakistán también enviaron sus condolencias. Además, Ankara tomó medidas para llevar comida y medicamentos al norte de Irak, dijo el primer ministro turco, Binali Yildirim.
